Gracias, Maite

¡Hola! ¿Ya has descansado? Que menudo tute de día ayer, ¿eh? No sé cómo al final pudiste hacer ese bis punk, digno de Atari Teenage Riot pero con cachivaches más modernos. Si el actuante hubiera sido yo para el primer corte o bis ya había entrado el Samur. Sí, es que soy muy de ínfulas. Si no son de la corte de Madrid yo no monto. #deaquidemadrid

Nada, que te quería dar las gracias por el concierto de ayer. Contuvo algunos de los mejores minutos que he visto en muchos años. No es compadreo, es la puta verdad. Ibon Rodriguez le sienta como un guante a tus canciones. Ojalá haya suerte y le podamos más ver en más actuaciones. Visualmente también aporta, alejando así el foco de la mujer en euskadi que lo toca todo. Y encima ambos manejáis esa soltura escénica tan divertida e informal… HAMOR TOTAL

Y qué decir de mr «Buenas noches por venir», el ecléctico Karlos Osinaga (Lisabo), uno de los mejores socios que te puedes echar cuando quieres experimentar sin laptops y detallar los ambientes de manera eléctrica. O el ilustre Xabier Montoia, que tan elegante réplica te dio en el poema musicado.

Pero gracias, sobre todo, a ti.

Por regalarme momentos tan maravillosos con elementos tan dispares (anda que no me descojoné luego pensando en cómo los pobres periodistas presentes iban a escribir sobre semejante amalgama de sabores, todos tan mezclados, tan poco claros, tan alejados de la moda). Y qué letras, cabrona. El juego vasco africano de la canción de las kokotxas es una obra de arte.

Gracias por sacar de tu cabeza esas melodías tan divergentes y construir con ellas una unidad única y feliz. Por atraparme desde el primer segundo, y durante muchos minutos, muchos, muchos, regalándome la sensación de estar viendo algo único e irrepetible. Siempre he sentido lo mismo en tus conciertos. Pero lo de ayer fue superior. Así estoy hoy. Tarareando, atontao, cosas. Pero hasta el «volando voy» de Camarón, ¿eh? No sé, canciones felices, así, en general…

Como te decía, mil gracias por mezclar cosas tan dispares y que suene celestial. Alguien hablaba de platos con estrella Michelín para definir lo tuyo. Yo pensaba en que te pega más un muñeco michelín. Y el sonido que saca al apretarse, todo bien loopeado. Pero ahora el hombre, perdón, la mujer, ya ha ganado a la máquina. Por eso (vetee, olvida mi nombre…oh, wait), gracias por permitirme disfrutar del paso adelante que han dado tus canciones. Ya no son largos paseos en los que parecía buscarse la suma de elementos hasta una eclosión final. Ahora todo es más preciso, e igual de gozoso. No, más aún. Y siempre con esa sensación de estar en una peli de acción, llegando a los instrumentos de manera casi extrema, en el límite, al límite. Ya sé que eso se consigue ensayando, ¡pero a veces parecía un milagro!

Gracias por donar a la sociedad dos hits como el de la cumbia y eusnob. Si la segunda es la mejor canción vasca que se ha podido hacer desde la llegada de la democracia o eso – ¡casi tiras abajo el teatro, tía!- , la primera es una juerga latina que se va de cumbia a bachata a reggaeton. Me acordé de Lorena Alvarez y su charla en Arteleku, de sus amores por la cumbia sonidera. Y no olvido el resto, que levité aplaudiendo a rabiar sobre todo en la primera hora y media (¡tocaste dos horas! Te voy a llamar Bono a partir de ahora…).

Porque tu concierto de Lugaritz de ayer me gustó un montón. Tanto que hoy me he levantado sonriendo. Y me he puesto a escribir esto. Ahora, si me disculpas, me voy a desayunar. Que los euskal intelektualak también comen.

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