Glad is the festival

Yo también me pasé por Glad is The Day. Cómo no hacerlo, si fue hasta mi vecina, la que canta en karaoke por el patio hasta los anuncios de la tele.

El festival del Bukowski y el Dabadaba (los Rik Mayall & Ade Edmonson de la vida cultural donostiarra) alcanzó números de festival gordote -en asistencia y antagonismo de presupuesto- en su edición del 2016, con muchos aciertos y la pizca de suerte necesaria. Consiguiendo, ya de paso, clarear la sombra que siempre cubre a quienes se encargan de animar las noches.

Porque hizo sol. Eso es básico en una ciudad nublada hasta en lo climático. No olviden además que el parque ya tiene su uso los días de fiesta como espacio de esparcimiento. El domingo pasado hubo, además, cañas, chuletas y música. Como el Musika Parkean, pero distinto.

Así, mientras el Músika Parkean pone el foco en gente cercana interesante, Glad Is The Day ha rebuscado en las agendas de sus garitos para ofrecer algo a juego: arriesgado, desconocido, sabrosón y especial de más allá de nuestras fronteras. Hubo murcianos, macarras, Berrio – es categoría propia-, countries, Djs de zapato y zapatilla… Todo con medidas ideales: 45 minutos de actuación. La fórmula, por todo lo expuesto y algo más que seguro se me escapa, ha funcionado. No hay más que ver las fotos de instagram para constatar su pelotazo: el 95% de las mismas son de montoncitos de gente presente , quedando el 5% restante para recoger a los músicos haciendo musicadas.

Quizás este punto sea el que diferencia ambos eventos (además del clima, para tragedia de Parkeros y habituales….). La otra es la de ofrecer un día completo, que también ayuda a dispersarse y centrarse cuando uno guste. Como todos los presentes, a algunos grupos les hice caso y en otros charlé con los conocidos del lugar.

Quienes teniendo hijos siguen con el nervio encontraron la cita idílica. No había mas que ver la de niños que se estrenaron en esto de los conciertos, en brazos de sus padres. Por cierto, que por mucho que se puedan conjugar planes unos cascos de insonorización siguen siendo una buena idea hasta que los mozalbetes tengan el timpano ya formado…

Supongo que este éxito de respeto y diversión, civismo y desparrame, iniciativa privada pero no de ímpetu, debería calar en una ciudad normal. Menos mal que Donostia siempre es diferente, y en 2017 seguro que hasta el día anterior a la celebración los promotores seguirán esperando confirmación de permisos y demás orfebrería legal.