«The Allins»: Dos hijos, un mono y un castillo

No nos engañemos. Lo primero que pensamos en ver el título de “The Allins”, film dedicado a los familiares del excesivo GG Allin que siguen vivos, es que el nombre iría a juego con los habitantes del espacio exterior, los astronautas ancestrales. No es un juego de palabras novedoso, la propia película muestra una pegata de frigorífico con ese guiño.

Imaginamos un film excesivo y tenso. Un auto excremental sobre la vida de aquel autor que iba por la vida a toda hostia sin volante, sin más poesia que la de violentar ni más alimento que el ilegal. Pero lo que iban a ser 65 minutos de hedor punk se convirtieron en una preciosa película familiar de una tierna panda más disfuncional que un geyperman.

Hay protagonistas de todos los colores: Dino, el batería de la banda original  que va directo al top 2 de «taras y parches» tras el de los Pixies y su búsqueda de metales en las playas. Un niño grande que aún toca con lo que queda de los Murder Junkies y que cisca el bis de los conciertos con un solo de batería y la introducción por el recto de un par de baquetas (que bien pueden tomarse como otro solo) ante la cara de pasmo de las mozas encargadas de hacerlo “con suavidad”, como por favor les pide el muchacho. El hermano del finado se lleva buena parte del metraje, en un doble rol que se reparte entre el dolor y el recuerdo de la persona querida y su proyección pública, y ese funcionamiento tan interiorizado en EEUU de monetizar todo lo que tengas a mano, entre lo que se incluye todo lo que era de tu bro.

Pero sobre todo ellos emerge, sobresale, se eyecta la imagen y personalidad de la madre de GG, Doña Arleta Gunther. Persona que aún echa de menos a Kevin Allin – nombre real de GG-, que sufre con la azarosa vida que ha tenido y que llena de humor y dolor el metraje del film– hay diez minutos que son puro rollescoaster, de la risa desmesurada a la pena más absoluta- hasta hacerlo un retrato humano de la familia de un tipo que quería dejar de serlo por la vía del exceso. Un halo perdedor que persigue a sus herederos, quienes en el 20 aniversario de la muerte de GG consiguen reunir a ¡20! personas en el concierto realizado en un bar de carretera. Sus giras actuales no suelen contar con mucha más gente enfrente, pero su merchandising les da para ir tirando. Como imagen actual del pop/rock me puede valer y todo.

Hay anécdotas por doquier, como la del proceso de firma y venta de palos de batería, las respuestas de la jefa de la casa en varios momentos (la última frase del film es un descojono)… Y tantas imágenes de archivo del 85-93 que da pena que por aquí no hubiera estado tan extendido el hecho de guardar cosas en movimiento para la posteridad. El film es norteamericano, luego soberbio y perfecto en el montaje, sin que sobre o falte ningún minuto.