Menudo jardín, queridos

Así me quedé yo tras el visionado

A veces caes y picas, como con las chucherías los domingos a la tarde. Ves recomendaciones, y aplausos en redes, y le das al play a obras infames como “Grey Gardens”. Os pongo en situación, para que no os pase a vosotros.

La película está hoy en Filmin, que a veces se viste de maravilloso videoclub y otras de balda de Remar. “Una obra única, no verás otra igual”, decían los del streamin y Amaia Guelbenzu con todo su buen corazón. “Menos mal”, añado.

El metraje se adentra en la casa destartalada de dos primas de la realeza Norteamericana, parientes de los Kennedy, que están pajaritas. Intuyo que allí en EEUU, la cosa tendrá su morbo, el tema habrá tenido su recorrido y su sombra. Pero desde aquí, la plácida Donostia, es una mierda pinchada en un palo.

Poco importa que la hayan registrado los hermanos que hicieron “Gimme Shelter”. Podría haberla grabado un perro con una Go-pro. Cámara y audio – y un par de armas escondidas, que vaya par de protagonistas- se cuelan en la casa para hablar del pasado, de los buenos años, de los amores perdidos – o escapados corriendo, que normal- en dos guiones paralelos que se suceden en las cabezas de las damas de honor fotografiadas en una decadencia sin belleza, casi cruel.

Compararla con “El Desencanto” es emparentar las goitiberas con un Ferrari o a Vetusta con Radiohead. Reiterativa, monótona, sin más aliciente que ver el cronómetro llegando a su final del metraje, “Grey Gardens” es una película situacionista que te permite pensar en la lista de la compra o en los jerseys que has visto en la tienda del barrio. En eso, un 9,5

PD: Cristina Plaza me hace llegar esta obra de arte que mejora el original hasta límites insospechados