Bill estuvo aquí

A veces vas a por lana y sales trasquilado. Es lo que parece haberle sucedido a Tom Avallone, director del documental “The Bill Murray Stories”, o “Bill Murray: consejos para la vida” en castellano. Para no destripar nada del film tiraremos de la promo ya publicada para decir que esta obra “cuenta esas historias en las que Bill se relaciona de maneras sorprendentes con la gente de a pie”.

El señor Murray, una celebridad estratosférica en EEUU, es famoso por apuntarse a cualquier fiesta o plantarse a poner copas en un garito. A la caza de estas aventuras se lanza Avallone, un emprendedor en toda regla – nótese la ironía- que viaja aquí y allá para preguntar a la gente por esos encuentros con el actor de “Cazafantasmas”.

Con una sobredosis nada disimulada de admiración porque alguien del star-system interactúe con gente de a pie, el director va entrevistando a gente flipada porque Bill ha aparecido de roadie en una fiesta casera del SWSX, ha invitado a una viandante a ver el béisbol con él o se ha puesto a fregar platos en una fiesta universitaria.

En esta categoría “me he flipado con este cartoncito” meteremos el análisis “zen” sobre las frases de Murray en varias de sus obras más famosas. Un fallo demasiado habitual en estas obras palmeras. En la carpeta ”pavor 2.0” podremos disfrutar de decenas, cientos de móviles grabando toda aparición de Murray por la acera. Bastante lejos de la idea de vivir el momento que defienden autor y director.

Pero ante todo, Murray es un tipo sobresaliente a la hora de hacer lo que le sale de la visera. Se le nota encantado de ir generando situaciones curiosas que la gente ve como iluminaciones y que él, parece, se intuye, se toma como un acto “despertador”. Así lo confirman el cantante del karaoke en el que se cuela, por ejemplo. Bill le dio vida para sentirse libre y acabar con su timidez.

A veces es un análisis pasado de frenada. La gente retratada es casi toda aria y bien situada. Se ve en el partidillo de Softball al que se suma nuestro protagonista. Una niña bien entrevistada afirma que “cuando ese vagabundo vino a jugar con nosotros me dio un poco de mal rollo. Pero luego al ver que era Bill Murray fue un subidón”. El efecto “despertador” solo parece sonar cuando el reloj es un rolex.

El propio director del film ve lo fallido de su idea cuando va en busca del actor. Porque las situaciones las genera Murray, con tanta sencillez como naturalidad. Y se va por donde ha venido, sin más explicaciones ni obligaciones. Elevando el listón de todas las situaciones cotidianas en las que se planta. Un maravilloso friki, sin duda, que merecía un mejor enfoque.