“Falleció ayer de parada cardio-respiratoria el escritor y periodista Javier Ortiz. Es algo que él mismo, autor de estas líneas, sabía muy bien que sucedería, y que por eso pudo pronosticar, porque no hay nada más inevitable que morir de parada cardio-respiratoria. Si sigues respirando y el corazón te late, no te dan por muerto”. Ya da rabia tener que empezar un texto llevándole la contraria al autor en su propia necrológica.
Porque es innegable que Javier Ortiz dejó este mundo un abril de hace ahora diez años. Pero su corazón, de alguna manera trasplantado, ha seguido latiendo entre sus familiares, amigos, colegas y seguidores.
Uno de ellos, Mikel Iturria, el «señor lobo» de la cultura de la capital guipuzcoana, se ha tomado su largo tiempo para compilar este Javier Ortiz, talento y oficio de un periodista que anoche se presentaba en su Donostia natal dentro de una larga gira de presentaciones hechas con tanto cariño como elegancia, lujo humano y mimo. No hay más que fijarse en el puesto de merchandising, gestionado en cada ciudad por una librería pequeña, querida y tierna con sus estantes.
La sala de la casa de Cultura de Egia se quedó pequeña para la fecha donostiarra, la cual contó con dos espadas de alto nivel. A la derecha de Iturria, David Fernandez. A su izquierda Garbiñe Biurrun. Tras ellos, una foto del compilado. Arrancó un emocionado Iturria – el final de este largo trabajo de unir y desechar se amplifica cuando toca comentarlo ante los tuyos- recordando a algunos amigos ausentes para más adelante pasar a enumerar algunos de los caminos tomados en este libro, otros atractivos del antiguo director de Opinión de El Mundo y varias y variadas particularidades cercanas.
David Fernandez, ausente la víspera de Barcelona por un “quítame allá una huelga de controladores aéreos”, destacó al primera época de Ortiz, y vanaglorió el tino del periodista y el respeto que siempre mostraba por la libertad de expresión, arrimando el ascua parlanchina a su sardina catalana. Lo normal, ni mucho ni poco. Pero es que Ortiz hace ya 20 años sacaba fotos bien chulas del presente que ahora nos toca vivir. La columna sobre la rebelión es tela marinera. ¡Y es del 95!
Garbiñe Biurrun no entró en tanta harina personal, que la judicatura es menos expresiva, a veces, que la política. Pero supo destacar otros aciertos de Javier Ortiz con cercanía y admiración. Así, entre frases geniales de Oteiza que luego repetimos en el encuentro informal posterior y defensas de la naturaleza humana de Javier Ortiz, un periodista de raza cuando eso parecía implicar una lucha cuerpo a cuerpo.
El ya comentado Meet And Greek posterior fue un placer, mirando a cada lado y viendo gente de alguna manera cercana a tus enfoques culturales y amores tecleantes. Y la plasmación de un drama: cuando te traes a unos invitados tan reconocidos les haces una faena, Iturria. Ni tu ni ellos podéis echar mano de un pintxo sin que decenas de personas quieran saludarte, hablarte, sacarte una foto o comentarte esto o aquello. Tendrás que aprender a vivir con ello, Mikel.