¿Pompidou? No, gracias

Ayer diversos medios lanzaban la rumorología oficial de que el genial Centro Pompidou estaba estudiando abrir una sede en Euskadi. Más concretamente en Vitoria-Gazteiz o Donostia. Hoy amanecíamos con la voz gubernamental afirmando que mejor no cantéis Victoria, que no gastéis fuerzas en pensarlo. Y que no hay dinero para esas (Don)hostias.

Desde aquí, mi felicitación a los gestores públicos, a los que aplaudo su decisión y arrojo. Han hecho lo mejor, mostrarse firmes en su línea editorial. No vaya a ser que la cosa se malinterprete, y que parezca que apostamos por una cultura que no tiene que ver con la del ladrillo y el cemento (que es para lo que no hay pasta ahora). Que mostremos al mundo que nuestra cultura es de altos vuelos, esos subvencionados que paran en Loiu.

O que vayamos a dejar caer euros en ciudades que no son la capital del mundo y alrededores como Urdaibai. Que no sepamos «conectar con la ciudadanía» para explicarles que en Tabacalera no entramos, pero en Pompidou sí. Que tengamos que hacer demasiados poguerpoins para explicar razonadamente que en ese Centro de Arte Moderno también se puede poner unan boina Elosegi. Por la Paz. Todo por la paz. Y que los brotes verdes que nos iban a alegrar la vida (ver fachada de San Telmo) se queden en esmirriados esquejes, que es lo que mejor nos sale hacer.

¿Pompidou? Sí, gracias. Con leche y dos terrones.