Esta tarde Toda España Agradecida decide, en boca de un jurado europeo, la ciudad nacional que será Capital Europea de la Cultura en el 2016.
Todas las candidatas han hecho sus deberes, consistente en ocultar las chuletas y asegurar que al final sacarán un 10. Todo para que el resto no les copien. O para tapar los huecos propios, who knows.
Quizás por eso – y quien sabe si algún acuerdo mercantil- ayer se lanzó a la calle –sorry, literal- el folleto cultural que contenía las trazas del proyecto donostiarra. Etxeberria y Moyano hablan mucho y bien del tema, vascoescépticamente y confiados en que es mejor ganar que no hacerlo.
Sinceramente, creo conocer tan bien el proyecto como el de los 5 anteriores ganadores, que, huelga decirlo, no tengo ni puta idea de quienes fueron. Pienso que la victoria es expansiva, significando mucho para la industria local y, según van ampliándose las ondas, poco o nada para los madrileños, andaluces, marroquís o daneses. Otro ejemplo de ”Poner la ciudad en el mapa de ciudades relevantes”, estupidez tan válida como cualquier otra para admitir un gasto raramente justificable. Y menos en los días que corremos.
Conozco a varios miembros del comité del 2016, y su ilusión y esperanza solo es comparable a una sobredosis de betabloqueantes. Es su trabajo, vender esperanzas e intentar crear una pandemia participativa, y doy fe de que lo intentan hasta con las fuerzas que no tienen.
Pero para saltar hay que tener un colchón. Y, sinceramente, no sé si la sociedad española lo tiene. No hay más que ver la seguridad que hoy muestran. Creo que ninguna de las candidatas ha organizado una gran celebración popular para celebrar su victoria en la plaza principal.
Ver imágenes de una suelta de globos en Canarias (otra candidata), con 10 niños contados abriendo sus manos para que el globo surque el cielo a lo curilla brasileño y sin photoshop de La Razón o AS que todo lo cure, no inspira una sociedad proactiva. Vender que una candidatura va a hacer una sociedad más creativa es comerse la pastillita de matrix y esperar el subidón. Pensar que un niño va a coger un saxofón porque su ciudad tiene un título es ponerse la venda y taparse los …bueno, todo el cuerpo, a lo momia.
No me creo los acicates subvencionados. No en España, al menos. El PER, por ejemplo, o las ayudas a los parados no construyeron una sociedad más proactiva, sino más concentrada a llegar a los mínimos para cobrar. Idem con el resto de proyectos de ayudas europeas (muchos más de los que creen, y en su propia ciudad). Proyectos dirigidos por gentes – sé de lo que hablo- cuya meta se sitúa el día que se acaben las ayudas.
Donostia tiene varios lastres, que seguro podrá solventar. La conexión aeroportuaria con Bilbo es más que correcta (no así con Biarritz, con un autobús al día), el AVE no llegaría para ese año y la estación de autobuses es patética. Imposible vender movilidad si a la ciudad se llega con agujetas por la postura en el asiento del servicio público.
Y culturalmente, pues tanto peor. Imaginar que una ciudad cualquiera va a ser Londres, Berlín o Nueva York por un galardón que busca apoyar al comercio local, principalmente turístico y con NULA reinversión en los actos culturales de la urbe, es drogarse sin freno.
No hay tanta inquietud creativa, y ésta no va a brotar al calor de los eurodólares. No hay espectadores, salvo para los grandes eventos (que desgraciadamente poblarán el acto de la ciudad ganadora), no hay interés salvo en los que ya lo tienen – que son un número entre 0 y 2-, no hay mimbres para que una colaboración público-privada en la programación acabé con la nula intervención del primero y la autogestión del segundo por un aumento de interés público. Y sobre todo, remarcando la idea principal, ofertar 100 actos no creará 100 nuevos espectadores. Nosotros somos 180.000 personas, y todo lo que quieran sumar como Eurociudad, y nos pensamos que tenemos una Bauhaus y una Factory en cada barrio.
Si quieren, cuando gane Donostia esta tarde, lo celebramos todos juntos con un pintxo y un txakolí. Aprovechemos ahora, que en 2016 valdrán el doble o más.
Efectivamente, no hay tanta inquietud creativa ni espectadores y cada vez tengo más claro lo que tú mismo dices: que esto es una estupenda operación de marketing que si a alguien va a favorecer es al comercio local. Y no es poca cosa, pero que nos ahorren la lírica y nosotros guardaremos el secreto.
Quizás sea un tópico, pero me dá la sensación de que hay más donostiarras que saben colocar en el mapa la ciudad de Hässleholm que el pueblo de Azkoitia.
Pero da igual, porque la cultura se vive en el Boulevar Donostiarra. ¿Quien dijo Matadero de Azkoitia?