Esto no es una crónica musical. No podría serlo, cuando lo visto anoche en el Escenario Verde se sitúa más allá de las artes escénicas, cuando radica todo su ser en el mundo de los sueños. Y como sueño que creo que ha sido, todo esfuerzo por contarlo resulta inútil. Podría recordar pequeños retazos, como aquel sueño de ovnis que tuve con cinco años y del que todavía me acuerdo.
Recuerdo contar unas 25 personas en el escenario. ¿Personas? Personajes si acaso, como esa bailarina subida permanentemente a una escalera de pintor, con traje de faralaes y un plátano gigante en cada mano; o como ese imposible director de orquesta, trasunto de yakuza crepuscular, fumando permanentemente como si las desgracias del protagonista de Old Boy fuesen las suyas propias. O ese pálido Gollum de tan desagradables como fascinantes contorsionismos.
Recuerdo poder cortar la magia con cuchillo al ver salir un dragón plateado desde el escenario y pasearse por encima de nuestras cabezas. Patti Smith (sublime) había gritado horas antes que “love is the only fucking religion we need”, y esto era la prueba. Todos en la playa miraban al cielo con una sonrisa y seguramente con los pelos de punta. Qué momento tan emotivo, pardiez.
Yo qué sé. Recuerdo también a un judoka en calzoncillos que tan pronto hacía de Sam Cooke japonés como de Goran Bregovic espitoso. Como de repente estar en mitad de “El discreto encanto de la burguesía”; o en la escena del teatro de “Mullholand Drive”. Pero esto era verdad, y sucedió delante de nuestras narices, encima de nuestras cabezas, en la playa de la Zurriola de Donosti, mientras sonaba la banda sonora que Tarantino imaginó para finiquitar Kill Bill y mientras todas las referencias culturales que teníamos sobre Japón se confirmaban, se comprimían y explotaban a la vez. La densidad de información ha sido insoportable esta noche.
Shibusa Shirazu Orchestra se llaman, me pareció entender en la duermevela.
Autor: Marlon Brandy
Let’s chase the dragon!
Alguien debería cortar el suministro de drogas a través del agua donostiarra
Mr. Brandy.
Genial crónica… musical o lo que sea.
He leído por ahí que la Smith quebró sus prejuicios. A algunos nos sucedió lo mismo hace tres años en el Victoria Eugenia. ¿Que es lo mismo desde hace treinta años? Claro. Y qué. Yo me lo sigo creyendo, no me parece un teatrillo cutre -como alguno de gente con la cara pintada que he visto recientemente en Vitoria- y qué demonios. Es un clásico. Respect!
Lo de los japos, como alguien ha dicho, lisérgico total. Su-rrea-lis-mo. ¡Pero si a veces parecía un cuadro del Bosco o de Dalí!
drogas, roberto? ni una, colega. ¡Qué conciertazo!
Enorme espectáculo el de los japos, estábamos todos con la auténtica sonrisilla!
muy acertada la crónica.
¡SHIBUSA SHIRAZU OOORCHESTRAAAAA!!!!!!
¡YO FLIPÉ!
lo mejor es que esta banda en Japón será una verbena más, los Egan de Kioto.
loveof74, debo insistir en que incluya el nombre del autor del texto bajo el título. De nuevo he creído que era suyo.
eso implica cambios que no puedo hacer ahora. Debe pareceros suficiente, por cujons, tal y como se pone ahora
Estuvo genial, y si, un poco Lynch (a lo japo) Shibuzaaaa!
De lo bueno lo mejor. De lo mejor lo superior.
Los datos de asistencia que da la organización son flipantes… 20.000 con Patti Smith (dónde estaban, que no los ví?), 3.200 con Mari Boine (todo un polideportivo de anoeta metido en esa terraza?), 700 con Supersilent (!!!)…
Está claro que Lince no se encarga del recuento…
20 mil?????
sinceramente
imposible
cuidado, que igual tambien contaban atunes y sardinas….
Y los instrumentos, cables, fundas, neceseres, etc. de la orquesta japonesa… Entonces se pasan de los 20.000… 😉
No había esa peña ni de coña marineLa. Durante el concierto de Patti Smith pude acercarme sin ningún problema casi hasta primera fila…
También cabe la posibilidad de que el tipo que contaba asistentes confundiera continuamente a los Shibusa y añadiera a la lista a los mismos una y otra vez. Por aquello del tópico de que todos los japoneses son iguales…
😉
el dragón hinchable por cuantos cuenta? :_D
actuó 21.000 japonesas?
Sensacional crónica del japoconcierto. Era una borrachera de imágenes y no comentas nada del video que proyectaban que era un benny hill a lo shin chan. Para mí, demasiado y más después de lo vivido, bailado y cantado con Patti Smith, a la que por cierto, nos cruzamos delante del cubo pequeño, con su gorrico después de estar contigo y nos dedicó una mirada, aunque con su acentuado estrabismo era dificil distinguir si nos miró a nosotros o al taxi que pasaba…
Que aguante musical el tuyo, muchacho…
la crónica es de marlon brandy. que suscribo de pe a pa.
mu gueno lo del taxi!
Si alguna de esas 30.000 almas encontró mi móvil, que tenga a bien devolvérmelo.
Mierda.
Dicen en mi feisbuk:
Querido Marlon Brandy, que gusto poder volver a escuchar palabras tan olvidadas y que sólo encuentro en los libros de teatro, PARDIEZ, me encanta. Y los japos estos….tengo envidia!!!!!!!!!!. Muxus.
¡Qué buena, sentida y bien escrita esta crónica de Marlon Brandy! Y yo sin leerla hasta ahora. Y las referencias cinematográficas, acertadísimas.
Qué ilusión me hace su comentario, Mon Oncle. Todo un honor viniendo de usted.
Es un placer. Y la pura verdad.