Si el festival consigue convencer a dos rojiblancos de tomo y lomo (con queso en Pozas) como Eduardo Ranedo y Alfonso Santiago es que el Kutxa Kultur es invencible, irrompible (como sus vasos) e inquebrantable. El sitio, el cartel, el buen tiempo, esos atardeceres, la gente guapa, la alegría presente, la buena organización, la diversidad de estilos… Los hay que dicen que la gente va solo por el concepto o por la farra. Ni que a las regatas fuéramos por el resultado de la trainera de donostia, oye.
De la vasta (que no basta) oferta presente cada uno se queda con sus chucherías. Los roqueros chiflaron con Natural Child. Los saltarines con Wombats. Los viejindies con los Planetas.Los castas con la pinchada de Josu Bukowski. ¿Y yo? Pues aquí van mis cosas preferidas…
Algunas de ellas no las pude ver por solapamiento horario, caso de Bide Ertzean, a quienes escuchaba desde las alturas. Pero mi top “me quedé pallá” fueron Kokoshca. Emparejar su nervio creativo con el de Los Planetas, reyes de lo indie que se va al mainstream, es como juntar a Messi y Elustondo. ¡Qué vida tienen y ofrecen los de iruña! Y eso que presentaron un set oscuro como los pasajes del Cosmicar. Ni la Velvet de la Factory. Alucinante su versión de Los Panchos, demostrando que son capaces de hacer propias las canciones más dispares del mundo. Salí del pequeño Teatro Abandonado en el que actuaron más sudado que cualquiera de los días que he ido al gimnasio estos últimos nueve años.
También tuvimos tops más populares, caso de TPOBPAH. Y eso que íbamos acojonados, que el último disco es un rollaco de cuidao. Que tiene más cosas sintéticas que el catálogo de IKEA del 81. Y la cara enfurruñada, o cansada, de Kip Berman al arrancan el show no animaba nuestras previsiones. Y el miedo que da ver que el batería y el guitarra son la misma persona.
Temores aparte, los ingleses más británicos tiraron de viejos temas y guitarrazos para entregar un concierto soberbio, con apenas un par de incursiones en los nuevos tonos. Guitarrazos de sonidos casi heavys, y mucha melodía saltarina. ¿No son o podían haber sido los nuevos Smashing Pumpkins, sin perder ese toque Sarah Records? Como diría el anuncio de la tele, su concierto fue un…”Aaaaaaaaaciertooooo”
Y la tercera cosa que me gustó mucho, aunque ya me tenía ganado de antemano el bribón, fue Sean Nicholas Savage. En formato “entramos en una fila del funicular”, solo batería y guitarra, su rollo ochenteno es tan bizarro, friki y tierno que solo puedes enamorarte de sus conciertos. Como decía Guille-mira-raro, “es como un Michael Jackson sin dinero”, y ponía el ejemplo de la canción “Man in The Mirror”. La estela de sus cantos nos acompañaron durante el resto de la noche, y la vida. Pero eso ya lo sabíamos. Como que se llevarían el premio al look más imposible.
PD: También estuvo bien Perro, que no sé porqué me recordaba al Patrullero Mancuso más asequible. Y conocer a Nico del Moral. Y las bajadas y subidas en bus lanzadera, rápidas y cómodas. Lo del precio de la birra, ya menos. Y este año tampoco tuve bemoles para montarme en la Montaña Suiza.
PD2: ¿Y vuestro top?