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Etiqueta: San Telmo

Hakuei Kim: entre la improvisación y lo contemporáneo

Se cerraba el ciclo japonés del Museo San Telmo con la actuación de Hakuei Kim. Han sido cinco fechas con cuatro intérpretes en los que el país del sol naciente ha acercado al Jazzaldia varios de sus valores más interesantes.

La cita comenzó naciente (el concierto fue a las 11 am) pero con poco sol. Un ligero sirimiri nos acogió en el Claustro cuando el pianista de Kioto presentó la velada con su bien entonado euskera escrito en un folio.

El espacio, ideal para estos recitales especiales, nos regaló paseos de gaviota y repiques de campanas. Todos sumaron en la interpretación de “Open The Green Door”, una composición que supo sostenerse sobre una nota, repetida, dilatada, para aprovechar los silencios y construir su larga y delicada elaboración.

Comenzamos a disfrutar del gusto de Kim por las largas narrativas llenas de contrastes. Con una exigencia de atención digna de un guión de Aaron Sorkin. Por más que la obra brincara y se mostrara parlanchina (‘Lake Sagami’) siempre había un hueco para defender la improvisación y las partituras más contemporáneas de la música.

‘Offer Refused’ brotó matemática y oscura, grave y veloz, destacando en el trabajo de la zona izquierda del teclado. La posterior ‘Gardens By The Bay’ mostró a un autor tocando directamente las cuerdas del piano para dibujar un ambiente romántico que se aceleró en su broche final.

‘Late Fall’ y ‘White Entree’ parecieron la pregunta y su respuesta, una doble creación de estructura circular tras cuya última pulsación, larga, se oscureció el cielo y arreció la lluvia. El bis de la famosa ‘Take Five’ fue vivaracha e ilusionante, confirmando la libertad de ataduras mostrada por el compositor japonés durante toda la mañana.

Eri Yamamoto: el voto ganador del Jazzaldia

La sonrisa y el buen hacer de Eri Yamamoto siempre serán bienvenidas en los conciertos más cercanos del festival

Previsiones, estimaciones, porcentajes. Alegrías y temores. Sentimientos ya caducos el lunes con los resultados en la mano. El domingo electoral fue un día de tensiones. Por eso se agradeció el concierto que el Jazzaldia montó en el Museo San Telmo, un fabuloso escenario para los pasajes más íntimos.

La protagonista fue Eri Yamamoto. La conocimos en 2019 con el coro Easo, y ya entonces nos enamoró. Su pase de ayer solo confirmó nuestras sensaciones: la cita mañanera fue un paréntesis de sonrisas y buena música.

Las presentaciones en perfecto castellano de Yamamoto (“he estado aprendiendo castellano en una web”, dijo) fueron muy risueñas. Con una autora que invitaba la concordia y al optimismo mientras dedicaba su energía creativa a los momentos más duros de la pandemia. Como cuando tocó hablar del ataque a la gente asiática en Nueva York que ella misma sufrió en sus carnes en el único tema cantado de toda la velada (‘A Woman Wit Purple wip’).

Durante buena parte de la cita contó con el apoyo del pianista Bruce Barth, viejo conocido del festival. Juntos y revueltos ofrecieron piezas que viajaron entre el jazz y el rag. Abrazando el brinco (‘You are Welcome’) y sonando tan vitaminados (‘Smile Smile, Smile’) como vitalistas (‘Life’).

Ya en solitario la autora le dedicó una bella ‘Kyoto’ a su ciudad de origen y viajo a los claroscuros apoyando su mano sobre las cuerdas del piano (‘Internal Beat’) en melodías que vocalizaban como un ser humano (‘El Sol’). La salva de aplausos final y las colas en el puesto de ventas de discos confirmaron que la visita de Eri fue un nuevo éxito.

Jazzaldia 2016: Entre Zuloaga y un patio de San Telmo

El enésimo acierto del Jazzaldia se llama Espacio Fundación SGAE y está situado en un patio del Museo San Telmo. Su programación diurna es otro gancho para quienes tengan deberes familiares o se acerquen a la parte vieja donostiarra a otras labores más turístico-alimentarias.

El domingo hubo dos citas antes de la hora de comer. La primera llegó de la mano de la Broken Brothers Brass Band, un octeto parrandero que se basa en las orquestas contemporáneas de Nueva Orleans. Un paseo vivaracho y enérgico que comenzó en la Plaza Zuloaga y vimos marchar hacia la calle 31 de Agosto. Aquello parecía la banda de Hamelin, con decenas de personas siguiendo sus pasos. Si algún día Ansorena decide aparcar los paseos capitalinos de sus txistularis mañaneros estos hermanos sopladores serían un relevo estupendo.

En la entrada del txoko SGAE nos cruzamos con Miguel Martín, director del festival. «Ojo con estos franceses que actúan ahora. Van a ampliar tu perspectiva musical», dijo sin rubor. Y acertó. Lo del Workshop de Lyon fue una cosa ‘fantabulosa’. Cuatro chalados con edad para protagonizar un remake de ‘Cocoon’, que en teoría debían estar ejerciendo de ‘comepintxos’ por las calles cercanas, dedicando -magníficos- temas a gente con la que se habían cruzado en su vida: que si un cabrero, que si una cantante francesa, que si un tipo que pintaba lágrimas de sangre a los maniquíes… La música no se quedó atrás, con libertinos pasajes de jazz, alguna brutalidad a lo John Zorn y mucho folk agitado. Eso sí que eran ‘piezas’ de museo, y no algunas de las que se pueden ver en las salas de estos espacios. No me quiero ni imaginar la que pueden liar estos cuatreros con sus colegas hoy en el Victoria Eugenia con La Marmite Infernale.