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Etiqueta: Nacho Vegas

Nacho Vegas: Micro y megáfono

El compositor asturiano, con disco nuevo a la vista, es uno de los platos fuertes del cierre del festival Donostikluba.

El certamen donostiarra va apagando las luces este fin de semana con algunos de sus actos más populosos, siendo la sala Gasteszena del barrio de Egia el centro de sus operaciones ociosas.

Uno de los nombres más brillantes es el de Nacho Vegas, que regresa a Donostia con David Cobas Pereiro (conocido como “Abraham Boba” y que también cuenta con deliciosos discos en solitario) al teclado, Anxelu Pereda Fernandez (guitarra) y el propio Vegas con la acústica y sus enrabietadas angustias vocales.

Ignacio González Vegas (Gijón, 1974) también vuelve, de alguna manera, a sus orígenes. Aunque en los inicios todo era más estilístico que ideológico, con una Fender urgente, sucia e ingenua (Eliminator Jr).

Sin olvidar la épica de su otra banda posterior, Manta Ray, Vegas deja ahora el micro y coge el megáfono de la lucha. “Es cosa de parte de mi generación, que en algunos momentos prefirió mirar para otro lado, que solía ubicarse en su ombligo. O preferimos, vaya, que yo no me excluyo. Ahora incluso los que decían esa tontería de que eran ‘apolíticos’ están tomando partido, porque como decía alguien en una pancarta en la manifestación del 19 de junio, es muy difícil apretarte el cinturón y bajarte los pantalones al mismo tiempo”.

Vegas, revoltoso, dejó el sello que se había ocupado de todas sus publicaciones en solitario, Limbo Starr, para lanzarse al mundo de la autogestión. La nueva aventura cuenta con la colaboración de otros autores de postín: Remate y Fernando Alfaro. Y la complicidad de la promotora de conciertos I´m The Artist.

La empresa se llama Marxophone, que los gestores atribuyen a “una mezcla entre (Karl) Marx y Parlophone” y que una búsqueda sencilla en google recuerda que idéntica denominación también se aplica a un tipo concreto de cítara.

“Claro, de ahí sale el nombre. Paco Loco se lo vio a Stereolab en una actuación; es como un autoharpa con unos martillitos que percuten las cuerdas. Me pareció un buen nombre para la plataforma; si Marx viviera hoy y editara discos lo haría con una cooperativa que se podría llamar así, ¿no te parece?”

Nacho Vegas, Rafael Berrio: Grandes historiadores

En la inédita ‘Cosas que no hay que contar’, el asturiano Nacho Vegas suelta, en una de sus retahílas de frases, la siguiente afirmación: «Hay mil maneras de contar la misma historia». Y esa idea barruntábamos mientras asistíamos a los conciertos del viernes en el Leidor tolosarra. Porque Rafael Berrio y Vegas son gentes hechas de la misma pasta

Arrancó Berrio desgranando sus batallas urbanas en compañía del baterista Iñaki de Lucas, quien le puso un lazo mínimo a la sucesión de canciones del underground donostiarra. Y eso que sus historias duelen, sufren, sangran e incomodan. Recuperando temas de Deriva, o presentando las tonadas que realizó para la exposición colectiva Lieder (‘En tu nombre’ y ‘Absolución’), su actuación nos afiló los colmillos ante ese disco nuevo que saldrá a principios de otoño.

Nacho Vegas comenzó con otra inédita, ‘La gran broma final’. Lejos de polémicas, su arte a la hora de contar vidas propias o ajenas sigue mostrándose muy atinado. Con banda completa, el chico atormentado del pop indie actual español demostró que las acciones de sus canciones se defienden en cualquier mercado bursátil. Unas creaciones terriblemente atractivas que se mantuvieron en nuestro podio tras esta nueva cita guipuzcoana.

Con el único inconveniente externo de la voz – algo crujía en el camino entre su micrófono y el altavoz externo- y unos músicos bien contenidos en sus ejecuciones, enamoró a los asistentes hasta el punto de conseguir algo pocas veces visto por nuestras tierras. Con todas las luces encendidas, y tras 10 minutos en los que no se movió ni un pandero de su asiento, Vegas y los suyos tuvieron que salir de nuevo al escenario a tocar un tema. La hora larga de Nacho Vegas se había pasado volando. La mejor señal posible para cualquier evento. Eso, y la emoción que puede llegar a transmitir.

Nacho Vegas: Bendito diablo

La primera vez que uno escucha las canciones de Nacho Vegas con sus Esferas Invisibles (nombre de la banda musical que acompaña a este gijonés de treinta y dos años) uno intuye un poeta maldito, un genial músico y un atormentado creador, muy en la onda que Leonard Cohen, Charles Bukowski, Nick Drake y Townes Van Zandt dejaron para la posteridad. “Los que mencionas son algunos de los maestros, a los que siempre vuelves porque apreciarlos en profundidad exige al menos una vida. Pero no tengo especial interés en encasillarme en la categoría de maldito. Mi objetivo es ser un bendito”.

Cuando uno lee entrevistas de Vegas duda si el personaje se ha comido a la persona o no. Rock De Lux, la revista nacional más importante en esto de las músicas independientes, lo ha colocado este mes en su portada con el subtítulo “¿Persona o personaje?”.

El autor despacha la pregunta con un requiebro, algo habitual en sus contestaciones: ”Persona y personaje tienen la misma raíz etimológica. No conozco nadie que no sea además un personaje”. Le preguntamos sobre ese triple CD con tarot propio que va a editar este 2006. “No, eso no le he dicho yo. Probablemente me confundas con algún otro cantautor extremadamente sensible”.

Quién sabe cuánto de verdad y cuánto de sorna defensiva hay en esas expresiones periodísticas de este chico tímido al que empezamos a ver sobre un escenario en el desaparecido Zulo de Lasarte, con la banda Eliminator Jr o los posteriores Manta Ray.

La carrera en solitario de Nacho Vegas empezó titubeante, pero con el paso de los discos y los conciertos se ha asentado como una sólida apuesta nacional, muy próxima traspasar los umbrales del underground.

Vegas era un rara avis cuyo estilo ecléctico y atormentado a la par que romántico no ha parado de ofrecer aciertos creativos. Abriendo la puerta del rock emotivo y el pop más elaborado habitual de sus composiciones y dejando pasar elementos blues y folk cuando la canción los necesita.

Vegas cuenta con una voz sentida y afligida, como si mientras soltara sus largas narraciones estuviera a punto de perder el flotador en mitad del océano. Siempre buscando la luz más allá de las nubes. “No creo que mis canciones se construyan sobre una idea de tormento o algo así. Reconozco cierto pesimismo sereno en mis canciones“.

Vegas sigue con sus regates en los títulos de sus discos: “Actos inexplicables”, “Cajas de música difíciles de parar” (su mejor disco para iniciarse en la religión de este asturiano) o los últimos “Desaparezca aquí” y “Esto no es una salida”: ”Son referencias o guiños a algunos de mis autores favoritos. De repente me encuentro con una frase en un libro que ilustra muy bien lo que estoy haciendo, y me apropio de ella”. Por cierto, el último está sacado de una obra de Bred Easton Ellis.

Mientras el año en ciernes se presenta pleno de actividades (“sacaré un disco en colaboración con otros músicos amigos, otro de canciones tradicionales asturianas, y protagonizaré un cortometraje en cine”), Nacho Vegas promete dejar satisfechos a sus seguidores en ésta su primera visita a Donostia capital. “Será un concierto largo, con canciones de todos los discos, hasta de los que no se han publicado aún”. Algo me dice que no debo fiarme del todo de esta respuesta.