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Etiqueta: Javier López Altuna

Javier López Altuna:“El público no tiene costumbre de comprar arte, y cuesta menos que una cena o una camiseta”

El artista donostiarra reúne en la muestra “shelter” sus defensas del espacio personal, en una exposición que sirve de despedida a la galería Drum.

Lejos de ver los toros desde la barrera, el artista Javier López Altuna (Donostia, 1955) ha estado los últimos años dirigiendo la programación de la galería situada en la donostiarra tienda de discos Drum.

López, tras estudiar en París y Londres en sus años mozos y trabajar en catálogos de arte, imágenes corporativas y cientos de proyectos de carácter gráfico, sigue defendiendo la necesidad de imaginar un espacio propio, mental o real. El suyo estará a los ojos del público hasta el 28 de Noviembre bajo el título de “Shelter” (refugio).

Precisamente, esta exposición servirá para echar el cierre definitivo a su “cobijo” particular tras 36 meses de intensa vida y legar sus paredes a las obras de treinta artistas.

Se cierra Drum.
Drum es un shelter, un pequeño refugio que no ha resistido el huracán Emule/Fnac.

¿Está chungo el tema galerista?

Ser galerista aquí es dificilísimo. Al margen de coleccionistas o instituciones, el público no tiene costumbre de comprar arte, ni siquiera cuando es de calidad y cuesta menos que una cena o una camiseta.

¿Cual ha sido el artista que más te ha gustado de los que han pasado por tu sala?

La propuesta de Titty Thursberg me ha encantado.

¿Qué otros artistas te interesan?

Juan Chillida, los Matximbarrena, Diego Vasallo, Blami, Lanzagorta. También gente como Azucena Vieites o Manu Muniategi. Y mundiales como Bacon, Basquiat, Twombly, Kawamata o Mario Merz.

¿Qué podremos ver en tu colección de obras?

La idea que busco plasmar es la siguiente: Empezamos pidiendo clavos y tablas a los mayores para construir una cabaña y terminamos pidiendo dinero al banco para comprar una casa. Entre esos dos momentos permanece la necesidad de imaginar un espacio propio. “Shelter” es una exposición que agrupa una serie de dibujos relacionados con esta idea, esbozando recuerdos o proyectos inconsistentes y efímeros.

¿Qué técnicas has utilizado?

Una técnica precaria, que propicia el aspecto escueto de los dibujos: grafito y acrílico blanco sobre madera o cartón.

¿Cual era tu refugio?

En el levante que yo tenía encima de la peluquería de mi madre, en la calle San Marcial, fui descubriendo y organizando mi propio espacio físico y mental con Hendrix, Dylan, The Band, Richie Havens, John Mayall,… Yo me esforzaba por traducir las letras del inglés y descifrar los mensajes de aquella gente con aquellas pintas.

Supongo que París y Londres habrán enriquecido ese habitáculo propio.

Esas grandes ciudades me enseñaron a no querer vivir allí, a volver a mi shelter y también que el flujo de información y de estímulos exteriores es tan grande que al final es tan importante seleccionar como buscar.

En tus búsquedas creativas, llegaste a ejercer de “estilista” en estas páginas, con aquella novedosa sección de moda.

Yo hacía grafismo para estampados textiles, y esta relación con la moda me dio la ocasión de hablar de moda en el Dvorame. Gracias a aquello conocí a gente como Palacio o Lemoniez, y colaboré en la tele como estilista. Estuvo muy bien.

¿Nos sabemos vestir en Donostia?
Y yo que sé.

¿Y las empresas saben vestir sus logotipos y resto de imaginería?

Saben que merece la pena prestar atención a una buena comunicación visual, que ya es algo.

¿Cómo está el tema gráfico en ese campo?

Yo creo que se abren mucho más y, en general, valoran mucho el resultado. Otra cosa es les cueste dedicar tiempo y atención al proceso de trabajo. Prefieren que tu soluciones todo y olvidarse del tema. No se dan cuenta de lo valioso de su aportación.

¿ Cual será a partir de ahora tu refugio, una vez cerrado Drum?

El espacio propio de cada uno está en su cabeza, en su interior.

¿Es el arte un refugio para ti?

Para mí el arte es EL refugio, con mayúsculas.

Exposición «Desafinado»: Los mil trazos de las melodías

Esta tarde se inaugura en la galería donostiarra Drum la exposición “Desafinado”, uno de los últimos ejemplos de la comunión casi natural entre lo sonoro y lo visual. Cinco diseñadores gráficos ubicados en donostialdea presentan sus trabajos más personales, creados alrededor de esa pasión común que rodea sus vidas: la música. Ese arte armonioso que Ainara LeGardon atacará en acústico en la inauguración y el Drum Team DJs hará girar en la fiesta posterior.

Empezamos hablando con Javier López Altuna, coordinador de esta muestra y artista incluido en la colección, sobre esos mundos tan cercanos. “La relación entre grafismo y música se muestra muy clara en los discos. La idea de “desafinado” nace como consecuencia lógica de nuestro interés por estos dos ámbitos. No hay que olvidar que nosotros vendemos discos arriba y exponemos arte abajo”.

Le acompañarán nombres de diligente afán creativo: Iker Spozio, Jose Luis Lanzagorta, Jose Antonio Iglesias “Blami” y David Navascués. Algunos les sonarán más que otros, dada la repercusión mediática con la que pueden contar Navascués (creador los últimos dos años de las iconografías del Jazzaldia) o Blami (DJ e inquieto autor que dirige el arte de Loreak Mendian).

Quien investigue más a fondo descubrirá a un antiguo dueño de una casa de discos indie e ilustrador de portadas para sellos discográficos como Rough Trade (Iker Spozio) y a un músico que va camino de convertir su amor por las armonías en su modo de vida, ya sea como ejecutante en La Buena Vida o como diseñador de inspirados carteles de clara ascendencia pop (Lanzagorta).

La exquisita canción de Jobim, esa melodía que suena todos los jueves de verano en el carillón de la ciudad holandesa de Middelburg, da nombre a una recopilación de trabajos donde la creatividad se deshace de los habituales corsés laborales. “Aquí los artistas pueden enfocar la relación grafismo / música de un modo totalmente libre y hacer propuestas que se salgan del terreno acotado por el mercado en los encargos convencionales”.

Blami apuesta por un misterio que se salta a la torera las leyes físicas. “Presento un total de 300 obras en esta muestra”. El lasartearra es un habitual de estos mundos expositores. Sus ramalazos artísticos abarcan desde el pop hasta las representaciones pictóricas más irónicas, conjugando la simplicidad de los trazos con el exacerbado detalle de sus obras materialmente más amplias. Una de esas obras extensas le tiene especialmente orgulloso últimamente. “En una nueva tienda de Loreak Mendian en Australia se ha realizado un mural con un dibujo mío. Y ha quedado precioso”.

El Italo-donostiarra Spozio plasma en esta exhibición colectiva sus obras inspiradas por los vaporosos Flying Saucer Attack y el inclasificable Screamin’ Jay Hawkins. Este diseñador demuestra vivir la música en un sentido tan íntimo como vital. “Supongo que la música es, entre todas las artes, la que más fuerza tiene a nivel emocional. Orfeo podía hacer que hasta las piedras lloraran, ¿no?”.

Antes de asentarse en Donostia, Spozio montó su propia discográfica, See-Through Records. Ahora mata el gusanillo como miembro del Drum Team DJ. Sin olvidar su participación como ilustrador en asentados proyectos foráneos como The Ptolemaic Terrascope, “ una revista inglesa de gran prestigio en el ámbito de la sicodelia, el folk y la música sixties”.

Lanzagorta presenta en esta exposición “desafinada” una selección de trabajos realizados y publicados. A lo largo de estos últimos años ha ido moldeando sus ideas más personales. “Mi trabajo siempre ha estado basado en una relación comercial con un cliente. Ahora me interesa buscar vías de expresión más «artísticas», más ligadas a la propia expresión plástica”.

Este creativo palentino siempre supo que el diseño gráfico y la música guiarían su vida. “Me encerraba en mi habitación con unos rotuladores, el letraset, ponía un disco (de vinilo, por supuesto) y llenaba folios con bocetos de carteles de música pop”. El C.A.T. y nuestro internacional Jazzaldia ya le han tenido como creador de su imaginería.

Su relevo en la iconografía festivalera parece haberlo tomado David Navascués. Suyos son el piano del año pasado y el guitarrista de jazz que ahora identifica a nuestro Festival Internacional de Jazz. “El Jazzaldia me ha servido para poder hacer carteles de jazz, que es mi tema preferido”. Dicho tema sigue presente en los 35 pequeños cuadros que expondrá. De creación exclusiva para esta muestra, las  láminas relacionan dibujos abstractos con nombres de músicos cercanos al free jazz.

Artista de proyección internacional (“Acabo de terminar una serie de ilustraciones para la revista New Yorker”), Navascués se deja inspirar por generaciones pasadas. “Me parecen muchísimo mas interesantes las cosas que se hacían en los años 60 y 70”.

Y por último, pero no menos importante, abordamos al coordinador Javi López Altuna en su faceta artística. Su imaginación siempre discurre por mundos de músicas giratorias. “Yo he basado mi intervención en la pura ficción. Imaginaba que montábamos un local de música negra en Donostia (“Dark”). En la exposición está el cartel de la sala con la programación de Septiembre del 2006. Quizás para entonces no sea una quimera”.

En su espacio expositor también se podrá disfrutar de su pieza de cartón rizado dedicada a Sambola, icono de esa música brasileña que tanto adora nuestro Lopez Altuna. Él, como el resto de los participantes, tendrá su pequeño espacio en la presentación de esta tarde para pinchar en Drum sus tonadas preferida.

Porque, no lo olviden, a ellos la música es lo que les pone las pilas. Como dice Lanzagorta “Creo que la música es el arte que más “empapa”, el que más emociona y el que más te empuja para hacer cosas”.