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Etiqueta: Esne Beltza

Durangoko Azoka: Los pasillos de la cultura musical

La cita anual sigue contando con un espacio dedicado a la música vasca cada vez más importante. Discos y conciertos de bandas asentadas y primerizas conforman la oferta principal.

950 novedades, 689 libros, 179 álbumes… La gran Feria de Durango siempre asusta en sus cómputos generales. Y si bajamos al detalle, si nos metemos en harina sonora, se confirman decenas de puestos de venta de chucherías culturales (260 este año), infinidad de conciertos, un chaparrón de primicias discográficas y muchísimos espacios en los que descubrir los estrenos de las bandas noveles… Nos hemos adentrado en la selva de acordeones, autotunes, vinilos, albokas y guitarras para elaborar esta guía que busca reunir algunas de las paradas más interesantes de la cita cultural vasca.

Comenzamos con trompetas y violines. A lomos filarmónicos llega la primera gran referencia del sello Elkar. Ken Zazpi y la Orquesta Sinfónica de Bilbao unen fuerzas para editar en doble vinilo aquella colaboración realizada hace una década. A la lista original de canciones se añaden ahora cuatro piezas de estreno (‘Noizbait’, ‘Oinutsik’, ‘Ilargia’, ‘Zapalduen Olerkia’) que funcionarán como gancho completista.

La Feria servirá para confirmar que no todos los refranes son certeros. Porque en ocasiones segundas partes sí son buenas. El archiconocido y muy paseado disco-libro “Kantu Bat Gara” de Jon Maia Soria ya tiene continuación y se llama ‘Kantu berri bat gara’. Entre sus variadas contribuciones destacan la posibilidad de escuchar a Silvio Rodríguez entonar en euskera (‘Nostalgia’) y la remodelación del tema de Negu Gorriak ‘Ez dezagun sal’ con el compadreo del bajista Mikel “Anestesia” Kazalis.

Huntza, Esne Beltza : Los 40 no son los nuevos 20

Intérpretes: Huntza, Esne Beltza. Lugar: Plaza Tomas Alba (Donostia). Día: 11/08/2019. Asistencia: lleno.

Vivimos rodeados de mensajes de eterna juventud. Cuando no es una crema la que nos quita años es un café soluble el que nos hace correr como delante de “los grises”. Y hay abuelos que con los potingues de los anuncios serían capaces de hacerse la Behobia dos veces. Nos cuentan que cuatro decenas son mejor que dos porque “ya sabemos lo que queremos”, que decía Ketama.

Esta supuesta midorexia se viene abajo en horario nocturno. Si nosotros trasnochamos al día siguiente tenemos la vitalidad de un koala. Y, como pudimos ver el pasado domingo, si en un concierto jarrea nosotros huímos a buscar una tejavana y ellos, los recién llegados, toman el agua como un elemento más de la farra. Hasta tres chaparradas inundaron la zona sin que las deserciones fueran mencionables. Algunos por ir con paragüas o impermeable. Otros por pasar de todo. Y los hubo que, como me pasó a mí, pedían educadamente “okupar” mi paraguas hasta que escampara. Si les ocurre diganles que no la siguiente vez, por su bien. La brecha generacional -en las conversaciones- es comparable al periodo entre glaciaciones.

Mas fiesta hubo en las actuaciones de Huntza y Esne Beltza, los protagonistas de “la noche de los grupos en euskera” en esta Plaza Tomas Alba. Unos y otras reivindicaron una mayor presencia del idioma cooficial entre tonadas bailongas. Cada uno en su rollo. Los primeros como versión moderna de las tradiciones y los segundos como desvergonzada Thermomix de músicas del mundo.

Los guipuzcoanos Huntza fusionan el folk con el rock, la trikitixa y los aires celtas en un empaque que funciona. Su clip “Aldapan gora” tiene el honor de ser el más visto en euskera en youtube con casi diez millones de visitas. “Deabruak gara” inauguró su evento. En “Ipuinetan” brotó el tex-mex y “Gaztetxeak bizirik” se tiró hacia el hard-rock. La sentida “Elurretan” nos enseñó que a la hora de modular Josune Arakistain tenía un mejor día que su socia Uxue Amonarriz.

“Promesetan” defendió el irrintzi-rock para despedirse con un gesto de Usain Bolt o el Fortnite, ese de los brazos en diagonal mirando al cielo. “Hautsetatik” llegó con mensaje anti-turista y un folk celta enfadado. Nadie les dio “Kalabazak” ante uno de los grandes aguaceros de la noche, el que cayó en dicha pieza. “Harro gaude” fue la primera de las menciones contra los ataques sexistas (Esne Beltza repetiría dedicatoria luego). La gente cantó de pe a pa el eusko-hit “Aldapan gora”. En el tema dedicado a los jóvenes de Alsasua la luz casi fue diurna gracias a las luces de los móviles antes de despedirse con “Iñundik iñoae”.

Y llegó el turno de Xabi Solano y los suyos. Esne Beltza es la verbena de los juerguistas y la pesadilla de los cronistas. Su batidora de sonidos viaja del rap al ska, del euskera al castellano, de irrintzi al dub y de la sección de vientos al “scratch” una y diez veces en cada canción. Desde “Ni aske naiz“ hasta el cierre apresurado con “Euskaraz bizi nahi dut” pasamos por momentos de son cubano («Harresiko kunbia»), toques latinos (“Argitzeraino”), el reggae anti-bullying ( “Paretaren kontra”), el pop (“Gogoak”) y la romería (“Inpernuko”, cantado con Cristina Solano).

Recuperaron los temas popularizados por Kilometroak (“Hona bostekoa”) y Korrika (“Bagoaz”). Lo bordaron en “Ez Ezetz Da” y demostraron que la chavalería pasa de esa chorradas de los idiomas de las canciones. “¿Quién manda aquí?” – con La Mala Rodriguez sampleada- y “Sueños de color” fueron de lo más jaleado del pase.

La enésima chaparrada acortó la lista de temas por el bien de unos espectadores calados. ¿Pero saben de qué se acordarán los mozalbetes presentes? De que fueron dos conciertos chulisimos, llenos de energía y diversión. No como usted y yo, que solo recordaremos la calada de la pernera del pantalón y el sueño que tuvimos al día siguiente.