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Mes: agosto 2019

Tosta banda: No hay escenario pequeño en la Semana Grande

Intérpretes: Tosta Banda. Lugar: Plaza de la Constitución (Donostia). Día: 13/08/2019. Asistencia: casi lleno

Más allá de los tablados más populares, los situados en la explanada de Sagües y los de la programación paralela de Piratak, la Semana Grande donostiarra guarda muchas perlas sonoras en ostras más coquetas. Por nombrar algunos emplazamientos empezaremos por las verbenas “camp” que se celebran en la Plaza Easo. Pases nocturnos protagonizados por esos mayores que se menean más y mejor que nosotros en cuestiones danzarinas.

En la Plaza Cataluña se dan cita los sonidos del mundo mientras que en el kiosko de Boulevard el programa presenta bandas de música de localidades cercanas a la tarde y combos más plurales y vigorosos en el turno nocturno. La disco-festa de Zurriola atrapa a la chavalería adicta a la radiofórmula moderna (Youtube). Y la Plaza de la Constitución programa actividades folk.

Una “consti” que ha tenido jotas y danzas vascas como núcleo de su lista hasta la llegada el pasado miércoles del grupo Tosta Banda, la ONU del folk europeo. Les cuento: En el año 2016 el dúo Oreka TX decidió agrupar bajo ese nombre a todas las músicas tradicionales cercanas, aquellas cantadas en las “lenguas minorizadas” como ayer explicaron en un momento de su pase, y buscar puntos de unión para entre todos formar un nuevo conjunto. A la idea se sumaron gentes de Galicia, Suiza, Euskadi, Gales, Escocia e Irlanda. Cada uno con su idioma particular, como bien pudimos escuchar en un concierto que quiso dar presencia y relevancia a todas.

Como quiso la banda dar voz a la lucha contra los ataques sexistas. Justo antes del comienzo del acto los músicos portaron una pancarta escrita en distintos idiomas con frases alrededor de este tema. Aunque para voces, y nos metemos en harina musiquera, la de la gallega Mónica De Nut. Ya en la primera canción “Por Que Non Hei de Cantare” esta versión atlántica de Maria Arnal nos llegó al oído interno con una vibración alta tan emocionante como espectacular.

Luego cada uno tiró para su barrio, dejando que el resto de socios completaran el espacio con un enfoque diverso, ensoñador y reconfortante. Bajo una escenografía de corte marinero al galés Gwilym Bowen Rhys le brotó el folk cercano a Irlanda en sus rasgados protagonistas. La suiza Marit Talens insufló energía rock y soul a sus momentos frente al micrófono. La vasca Ixi Jauregi aportó dulzura territorial al conjunto. La violinista escocesa Rona Wilkie capitaneó una estupenda versión de “Tha Mile Long Air Cuan Eirinn”. La ya mencionada De Nut ofreció un potente y sentido “alalá” mientras el resto le acompañaba haciendo girar sus bramaderas.

El lado local estuvo muy bien representado. Desde el “Binangobarri” del grupo Bidaia (Mixel Ducau es uno de los integrantes de Tosta) hasta la aparición de dos bailarines de la compañía Kukai pasando por piezas en las que la percusión era la protagonista y fiestas como la del corte “Tosta” que da nombre a la formación. Y acabaron con el “Txoria txori” en una interpretación populosa, multilingüe y casi jubilosa.

Entre unas y otras tonadas de esta bancada (traducción de Tosta al castellano) hubo momentos jazz, txalapartas que sonaban como vibráfonos, pasajes calmados, “aurreskus”, estancias pop, viajes brumosos, extractos dignos de Mayumaná, bonitas marejadillas a capela…

Por si la mezcla de sonidos tradicionales fuera poca deberemos añadir, por justicia, un par de fuentes más. La primera de ellas proveniente de los clientes de las terrazas hosteleras de la zona. Sus charlas de ocio nocturno no le sentaron del todo bien a un proyecto tan sedoso y sutil como este. El segundo foco llegó de una manifestación con silbatos y tambores que cruzó la plaza en una de las últimas canciones. Fue curiosa esta última mixtura. El concierto fue tan heterogéneo que los paseantes casi consiguieron añadir un “remix” a la melodía principal.

Hombres G: Regreso al futuro

Intérpretes: David Summers (bajo, voz), Dani Mezquita (guitarra), Rafa Gutiérrez (guitarra), Javier Molina (batería), Juan Muro (saxofon), Jason Paradise (teclados). Lugar: Plaza Tomás Alba (Donostia). Día: 12/08/2019. Asistencia: lleno.

Llegaba el concierto de “pop oldie” de la Semana Grande donostiarra con la actuación de Hombres G. Una de las formaciones más populares de la España de finales de los años 80 que ha vuelto a la vida los últimos años con discos propios y recopilatorios. Delante les esperaba una multitud con las cosas claras. La explanada de Sagües se llenó de gente deseando escuchar esas canciones antiguas que les llegaban al “punto G” en su alocada adolescencia.

Porque la cita olía a baño de nostalgia, un término que tenía pinta de quedarse corto. ¿Quizás mejor inmersión melancólica?¿Apnea de morriña?¿Fosa mariana del recuerdo? Hombres G fue un grupo de gran éxito que ha buscado trasladar, con mayor o menor acierto, aquel gancho y aquella frescura a los nuevos temas. ¿Lo han conseguido? No del todo. ¿Es culpa suya? Tampoco del todo.

Hubo un detalle relevante. Andaba David Summers presentado una pieza con gran pompa y derroche. Que si “es una obra maravillosa”, “una de las mejores que hemos hecho nunca” y ese tipo de frases que buscaban elevar el ambiente. Todo iba fenomenal hasta que llegó la oración “perteneciente a nuestro último disco y se llama “Confía en mí””. De repente, un expresivo murmullo se apoderó de toda la Plaza Tomas Alba. Se intuía un “pues como te iba diciendo antes de esta canción…” en las vocales y consonantes cuchicheadas.

Parte de razón llevaban, claro. Aún siendo buenos, correctos y continuistas los nuevos acordes no tienen ahora tanto nervio. Serán “cosas de la edad”, como cantaban Modestia Aparte. Pero es la fama pretérita la que las condena. Porque, y entramos en el mundo de las novedades, “Con los brazos en cruz” fue un digno corte rock-popero. Se agradeció el toque AOR de ¿Qué soy yo para tí?”. “Lo noto” no es un mal single. La animosa “Que vuelvas ya” no desentonó y en “Resurreción”, el corte que da nombre a su último CD, buscaron recuperar su lado reggae.

La noche se inició con la expresiva declaración de intenciones de la Tequilera e inmejorable “Voy a pasarmelo bien”(“Esta noche, algo me dice, que voy a pasármelo bien”). A su fin vimos al cantante tomar aire como si estuviera fatigado. En el primer tema. Menos mal que todo quedó en un susto. “El ataque de la chicas cocodrilo” recuperó el buen tono vocal y musical. La confirmación llegó con el homenaje no detallado al “Every Breath You Take” (The Police) de la posterior “Si yo no te tengo a tí”. Las luces dignas de un evento de estadio y la pantalla de fondo, con imágenes pregrabadas y en vivo, apoyaban las buenas maneras del combo madrileño.

Tras la zona de las nuevas tonadas ya mencionadas los chicos retornaron a los caminos afamados con “Te quiero” y su aire 50´s. Un corte de cierre Beatle que afirmaron no haber dejado de tocar ni una noche desde que la crearon. Brotó el rock informal con “Indiana” y en “No te escaparás” sonaron como una mezcla sabrosa de Ska-p y el Iggy Pop de “The Passenger”. La no tan conocida “Nassau” mantuvo el tipo y “Sueltate el pelo” tomó hechuras de buen rock clásico.

Y llegó la traca final. El ska de “Visite nuestro bar” permitió el lucimiento del saxofonista navarro (es de Azagra) Juan Muro. “Marta tiene un marcapasos” fue cantada por todo el público. Chicas y chicos que durante toda la velada no perdieron ocasión de expresarse de esta manera en cuanto vieron un resquicio o la banda les dejaba un hueco. El bis se inició con la acústica “Junto a tí” – que bien podría haber salido del cancionero de Eric Clapton – y el baladón a piano titulado “Temblando”. El doblete de cierre echó la plaza abajo, con “Venezia” y “Sufre mamón” como grandes momentos de un concierto que lucho contra su célebre pasado con armas más que remarcables.

Huntza, Esne Beltza : Los 40 no son los nuevos 20

Intérpretes: Huntza, Esne Beltza. Lugar: Plaza Tomas Alba (Donostia). Día: 11/08/2019. Asistencia: lleno.

Vivimos rodeados de mensajes de eterna juventud. Cuando no es una crema la que nos quita años es un café soluble el que nos hace correr como delante de “los grises”. Y hay abuelos que con los potingues de los anuncios serían capaces de hacerse la Behobia dos veces. Nos cuentan que cuatro decenas son mejor que dos porque “ya sabemos lo que queremos”, que decía Ketama.

Esta supuesta midorexia se viene abajo en horario nocturno. Si nosotros trasnochamos al día siguiente tenemos la vitalidad de un koala. Y, como pudimos ver el pasado domingo, si en un concierto jarrea nosotros huímos a buscar una tejavana y ellos, los recién llegados, toman el agua como un elemento más de la farra. Hasta tres chaparradas inundaron la zona sin que las deserciones fueran mencionables. Algunos por ir con paragüas o impermeable. Otros por pasar de todo. Y los hubo que, como me pasó a mí, pedían educadamente “okupar” mi paraguas hasta que escampara. Si les ocurre diganles que no la siguiente vez, por su bien. La brecha generacional -en las conversaciones- es comparable al periodo entre glaciaciones.

Mas fiesta hubo en las actuaciones de Huntza y Esne Beltza, los protagonistas de “la noche de los grupos en euskera” en esta Plaza Tomas Alba. Unos y otras reivindicaron una mayor presencia del idioma cooficial entre tonadas bailongas. Cada uno en su rollo. Los primeros como versión moderna de las tradiciones y los segundos como desvergonzada Thermomix de músicas del mundo.

Los guipuzcoanos Huntza fusionan el folk con el rock, la trikitixa y los aires celtas en un empaque que funciona. Su clip “Aldapan gora” tiene el honor de ser el más visto en euskera en youtube con casi diez millones de visitas. “Deabruak gara” inauguró su evento. En “Ipuinetan” brotó el tex-mex y “Gaztetxeak bizirik” se tiró hacia el hard-rock. La sentida “Elurretan” nos enseñó que a la hora de modular Josune Arakistain tenía un mejor día que su socia Uxue Amonarriz.

“Promesetan” defendió el irrintzi-rock para despedirse con un gesto de Usain Bolt o el Fortnite, ese de los brazos en diagonal mirando al cielo. “Hautsetatik” llegó con mensaje anti-turista y un folk celta enfadado. Nadie les dio “Kalabazak” ante uno de los grandes aguaceros de la noche, el que cayó en dicha pieza. “Harro gaude” fue la primera de las menciones contra los ataques sexistas (Esne Beltza repetiría dedicatoria luego). La gente cantó de pe a pa el eusko-hit “Aldapan gora”. En el tema dedicado a los jóvenes de Alsasua la luz casi fue diurna gracias a las luces de los móviles antes de despedirse con “Iñundik iñoae”.

Y llegó el turno de Xabi Solano y los suyos. Esne Beltza es la verbena de los juerguistas y la pesadilla de los cronistas. Su batidora de sonidos viaja del rap al ska, del euskera al castellano, de irrintzi al dub y de la sección de vientos al “scratch” una y diez veces en cada canción. Desde “Ni aske naiz“ hasta el cierre apresurado con “Euskaraz bizi nahi dut” pasamos por momentos de son cubano («Harresiko kunbia»), toques latinos (“Argitzeraino”), el reggae anti-bullying ( “Paretaren kontra”), el pop (“Gogoak”) y la romería (“Inpernuko”, cantado con Cristina Solano).

Recuperaron los temas popularizados por Kilometroak (“Hona bostekoa”) y Korrika (“Bagoaz”). Lo bordaron en “Ez Ezetz Da” y demostraron que la chavalería pasa de esa chorradas de los idiomas de las canciones. “¿Quién manda aquí?” – con La Mala Rodriguez sampleada- y “Sueños de color” fueron de lo más jaleado del pase.

La enésima chaparrada acortó la lista de temas por el bien de unos espectadores calados. ¿Pero saben de qué se acordarán los mozalbetes presentes? De que fueron dos conciertos chulisimos, llenos de energía y diversión. No como usted y yo, que solo recordaremos la calada de la pernera del pantalón y el sueño que tuvimos al día siguiente.

Carlos Tarque: Una ventana de rock and roll

Intérpretes: Carlos Tarque (voz), Carlos Raya (guitarra), Iván “Chapo” González (bajo), Coki Jimenez (batería). Lugar: Explanada de Sagüés (Donostia). Día: 10 de agosto del 2019. Asistencia: Media plaza

“Vamos a aprovechar que la lluvia nos respeta”, dijo Carlos González Tarque en uno de los primeros temas del evento que abría los conciertos de vocación popular de nuestra Semana Grande, los que celebran allá donde acaba la playa Zurriola. Y el chaval debe tener contactos. Porque el sirimiri nos acompañó en el paseo hasta la zona y en el camino de vuelta a casa. Mientras el chileno afincado en Murcia y los suyos tocaron sus canciones no cayó ni una gota.

El cantante de M Clan acaba de publicar su disco de debut en solitario y llegaba a Donostia en formato cuarteto para presentarlo. Un trabajo en el que el autor se desvive por sus amores por el rock duro más clásico. Quien fuera a escuchar “Carolina”, si es que hubo de esos, pronto tomó el camino de vuelta a casa.

La sintonía previa ya nos puso sobre aviso, con el “I Love Rock and Roll” de Joan Jett sonando como introducción. Lo que vino después fue un torbellino de guitarrazos, potentes cimientos, voces entonadas y alguna que otra distracción.

El acto arrancó con “Ahora y en la hora”, el primer single de su CD. Un tema de hard-rock que en los estribillos se acercó gustosamente a los aciertos de Rosendo. Los Black Crowes sureños se asomaron en “Heartbreaker” ante una pradera urbana que comenzó a un tercio de ocupación y que acabó, siendo generosos y benévolos en este arranque parrandero, a media entrada. Unos y otros disfrutaron de un volumen que nadie podrá tachar de insuficiente. ¡Rediez, a veces hasta costaba charlar con tu acompañante!.

Volviendo a la lista, “Bailo” demostró lo acertado de los buenos coros en estos pasajes tan impactantes. “Juicio Final” navegó entre Bon Jovi y el “Fat Bottomed Girls” de Queen con un expresivo Tarque que no paró de buscar la colaboración del público. Aspavientos, palmas, expresiones de uso tópico cual crema solar (“Come On”, “Are You Ready?”). La escena se repetiría durante toda la velada.

“El diablo” y su final casi sinfónico nos trasladaron al rock de estadio de los años setenta del siglo pasado. La tonada demostró la conexión existente entre el guitarrista Raya – sorprendente su solo con el efecto wha-wha, bastante denostado hoy en día- y un cantante de voz potente y rota que no flaqueó en ningún momento. “Peligro”, adaptación de una pieza de la banda Cactus, se tiró hacia los ritmos cortados sin perder contundencia mientras “Lobo Solitario” se llevó el premio a la balada de la noche.

“Janis, Amy, Billie”, dedicada a “las damas del dolor”, fue el momento más bonito del concierto. “Se hizo de noche” ahondó en su pasión por el blues pétreo para cabrearse un poco en los estribillos. Después llegó la recreación bien vestida del “Come Together” de The Beatles y un “Perdido en la ciudad”, viejo éxito de M-Clan, que sonó casi pop en contraste con todo lo anterior.

En este punto donde otros disparan la adrenalina la banda comenzó a flaquear. Quien sabe si por unos estiramientos necesarios para llegar a los 90 minutos de contrato o por otra razón más cabal y artística, las canciones comenzaron a tener espacios superfluos que les hacían perder atractivo. Todo lo que en la primera hora fue directo y conciso comenzó a despistarse.

“Cactus” fue la primera amalgama en este sentido.”Calle sin luz” pareció elevar el listón con su alma macarra y limpia y un cantante que bajó al público a cantar. Pero volvieron a tropezar en “Electroshock”, un corte que empezó fenomenal guiñando a los Kiss y que se desorientó en la zona media. Para el bis se guardaron la archiconocida “Miedo” y un “Donde nace el rock and roll” que entroncó con la melodía inicial y sirvió para homenajear explícitamente a Led Zeppelin y, mira que nos dio pena, repetir algunas innecesarias dilataciones que deslucieron un fantástico arranque de la Aste Nagusia.