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Etiqueta: Cass McCombs

Cass McCombs: Pop adulto

Intérpretes: Cass McCombs y banda. Lugar: Sala Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Día: 30 de enero. Asistencia: lleno, unas 200 personas

Arrancaba perfecta la gira nacional de Cass McCombs, con un llenazo en la siempre bien sonorizada sala Kutxa de Tabakalera. El norteamericano presentaba su último CD ”Mangy love”, un trabajo que quedó bien plasmado en el ambiente del evento. Una atmósfera cercana al sonido habitual de las carpas del Jazzaldia, sin apenas filos rockeros, con abrazos a Lloyd Cole y el pop australiano en lo sonoro (“Robin Egg Blue”), emparentado a bandas como el Josh Rouse de los tonos tersos de los años 70 . Años que pillaron jóvenes a buena parte de los presentes en su cita donostiarra.

En el concierto de este cuarteto hubo temas largos, algún derrape de aires latinos (“Run, sister, run”) y querencia por los punteos a lo Santana. Tiempos lentos que destacan más en disco, todo hay que decirlo. Las canciones de Cass te piden una calma y una atención que se ha tornado complicada.

Pero siempre hay algo que destacar. En Donostia sonaron de maravilla ese “Brighter” que homenajean los locales Lou Topet, la preciosa “Dreams Come True Girl” y la no menos bella “Morning Star“. Del resto nos quedamos con algunos momentos abigarrados dentro de la suavidad general y la eterna destreza musical que demuestran los que vienen del otro lado del charco.

Homeless 04: Pop con vistas

Intérpretes: Cass McCombs. Lugar: Merendero de Ulia (Donostia). Día: 31 marzo 2012. Asistencia: unas 250 personas.

La cuarta etapa del festival itinerante Homeless paró en otro monte donostiarra. Si el debut de esta serie de eventos tuvo lugar en el festivo Igeldo, la edición de pasado sábado nos permitió ver el Cantábrico desde otro punto de vista. El del Merendero del Monte Ulía.

La organización, una vez, más impecable. Entradas físicas preciosas, autobuses desde el centro de la ciudad, bebida y comida a espuertas. La cita, una reunión social ya asentada en los calendarios donostiarras, tuvo su punto más flojo en lo único que escapa de las manos organizadoras: la música.

El escenario estaba colocado mirando al mar. La banda tocó bien. Y el protagonista cantó sin tacha. Pero las canciones fueron un poco rollo. Y mira que es raro que aterrice un grupo norteamericano que sea no ya malo, sino mediano, ¿eh?

Sin ser nada atroz, los ejecutantes transmitieron más bien poquito. McCombs oferta ahora una comida rápida digna de su apellido, esa especie de rock orientado a adultos con algunos ganchos: Ese toque a lo Feelies, esa canción que pudo firmar la Velvet Underground. Pero, como gotas en la arena, los aciertos pronto desaparecieron de nuestra memoria. La fiesta se cerró con algarabía en el bar Le Bukowski.