Intérpretes: Adrián Viñas (batería) y Xabier Abel (guitarra, voz). Lugar: Sala Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Día: 16 de febrero. Asistencia. Unas 150 personas.
Lo sé. El término que hemos empleado en el titular está totalmente devaluado. No hay más que ver los miembros que bajo esa definición se reúnen como representantes de la “sangre fresca” de los partidos políticos. Gentes cuarentonas con jersey de pico y demasiado bien peinados casi siempre. Afortunadamente, en lo musical corremos más suerte. Y las edades van parejas con las etiquetas. El mejor ejemplo está la cantera local, con bandas tan fabulosas como los donostiarras Luma, quienes anoche presentaban su impecable nuevo CD “Airwalk”.
Dos chavales impactantes, sinvergüenzas en el mejor sentido. Con un futuro casi aún mejor que su presente. Y “jóvenes y guapos”, como decía una asistente ayer. Demonios, poco que objetar a todas esas variables frescas y refrescantes. Y eso que aún no hemos apuntado que el dueto de veinteañeros lo hace de perlas.
No podemos negar que el partido es difícil. Hay poca gente sobre el escenario. Se puede pensar que, tires por donde tires, el tema puede no dar juego. Pero a Luma no los vas a cazar en ese cepo. Ellos hacen rock, un estilo que sobrevive a flashes y modas populares. Aunque su muestra sea más sonora que visual, siempre contenida en este último campo.
El grupo ofrece más garra (“grunge” en este caso) que en sus discos. Y, sutilmente, el batería acaba llevándose el foco de atención. Saben tirar para el blues o el rock más movido. Y les mencionaremos a “Nirvana” e igual nos miran con cara de dejarnos el asiento del autobús. Aunque tengamos razón en el parecido global.
También saben que tocar cuarenta minutos, pasando de versiones y huyendo de los bises, es la mejor manera de dejar un fantástico sabor de boca (como ayer) y emplazar a quien lo desee a la próxima cita en un sitio más lúgubre, más cercano y más sudoroso. El espacio natural del rock, sea cual sea su añada y localización.