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Rocío Márquez y Bronquio: una clausura perfecta

Ruido y aplauso. La petición de ‘Ruido’ por parte de los autores urbanos que ha sustituido en los conciertos juveniles a los aplausos. El aplauso flamenco, la palma a la contra. Y a la contra fueron la cantante Rocío Márquez y el artista Bronquio cuando publicaron ‘Tercer Cielo’, disco experimental que ha buscado fusionar lo folclórico y lo moderno. Un álbum que, por cierto, ganó este año el “Premio Ruido” al mejor trabajo nacional en la fiesta organizada por los Periodistas Asociados de Música.

El Jazzaldia les entregó las llaves de cierre para clausurar su programación del Auditorio Kursaal en una cita que rejuveneció la media de edad de los asistentes. Un descenso apoyado en lo arriesgado de la propuesta y en el precio más económico de toda la programación del festival (20 euros).

La onubense y el gaditano se ubican más cerca de otro dúo, María Arnal y Marcel Bagés, que de Rosalía a la hora de atacar las tradiciones. Su escenografía es sencilla y cuidada, con un triángulo -abierto por un lado, el nuestro- que ocupa buena parte del escenario. Le acompañan juegos de luces sencillos y los aparatos de Bronquio. Instrumentos sobre los que el artista brincó de manera expresiva durante toda la tarde.

Juntos consiguen una mezcla nivelada y de gran interés. Bronquio es el pulmón sonoro. Su obra digital aprovecha la crudeza del flamenco para construir el techno. Bebiendo de las fuentes antiguas, sampleando extractos o jugando con las palmas flamencas digitalizadas. Con bombos ocasionales y mucho espacio libre. Acercándose a los tonos germánicos y explotando libre en el cierre del evento.

Ella lleva la batuta dominando la escena con naturalidad. Empleando también sus músculos corporales para trasladar el mensaje. Jugando con una capa, arrastrándose, bailando o atravesando la tela vertical para darle un toque solemne a su entonar, Como si no fuera suficiente con su voz sureña, larga y alargada con los efectos. Defensora de la seguiriya, los tangos, el garrotín, los campesinos verdiales y las bulerías. Tono que defiende la libertad a capela y chilla en los segundos más impactantes.

Márquez y Bronquio elaboran un proyecto de marcado carácter teatral que honra los estilos para reinventarlos de una manera tan respetuosa y aperturista que gustará a puristas e impuros. Fueron un final perfecto para una programación variada que también tuvo nombres famosos (Norah Jones), voces arrebatadoras (Ben Harper), virtuosismos adictivos (Pat Metheny) y jugosas ententes (Kenny Barron y la EGO).

Publicado enCríticas de conciertos

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