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Gari, el condenado a la esperanza

Podríamos arrancar el texto por el remate, por la zona que llaman “Bis”, que fue una maravilla. O destacar el lujoso repertorio propio que tiene Iñaki Igon Garitaonaindia Murgiondo “Gari”. Sin poder olvidar que sonaron las canciones de Hertzainak, aquel mítico grupo cuya última gira de despedida no pisó la capital guipuzcoana. Podríamos empezar por cualquier parte, pero el resultado sería el mismo: 24 piezas y dos horas de concierto en los que el autor dignificó su pasado y puso en valor su momento actual.

Con los rayos cayendo sobre el mar nos recibió la explanada de Sagüés en su día grande de su semana ídem. Pocas almas en los minutos previos. Menos mal que como el sirimiri la gente fue dejándose caer y al final consiguieron llenar media plaza. Un espacio que también fusionó presente y pasado, con gente ya cercana a la jubilación y muchachos de esa parranda sin efectos secundarios persistentes.

Los interpretes fueron intercalando autorías compositivas. El lado Hertzainak se inauguró con el potente aire rockerillo inicial de ‘Amets’. ‘Rock and rolla batzokian’ quiso unir a The Housemartins y el saxofón ska. ‘Bi minutuero’ se nos mostró con una estructura pétrea. Una locomotora con un vestir que gustaría al propio Bruce Springsteen – saxo incluido- .

La conocida ‘Eh Txo’ fusionó a The Police y las guitarras a la contra. El descaro de ‘Amets Prefabrikatuak’ estuvo bien dirigido por el sinuoso bajo. ‘Si vis pacem, parabellum’ llegó opresiva y tuvo una clara inspiración ochentera que empezó jazzy y se cerró con un estribillo que firmarían Itoiz.

La zona en la que la voz de Gari se relajó y reclinó el asiento fue un pequeño lujo. Un viaje acústico realizado con la sola compañía de las cuerdas (‘Ispiluaren aurrean’, el comienzo de ‘Aitormena’) o la guitarra (muy emocionante la interpretación de ‘564’). Hubo más, algunas olvidables -‘Guantanamera’- y otras más directas -‘Zoratzen naizela’-. Se agradeció la revisita que el legazpiarra quiso dar a aquellos viejos éxitos a los que no perdió ojo pero añadió su propio rímel. Redecorando la casa sin perder la esencia.

Como decíamos, la larga lista de piezas contó con numerosas referencias a la obra reciente. Fueron melodías más interesantes que las tributarias ya que mostraron a un autor en buena forma, con inquietud, elegancia y sensibilidad. De esos 30 años de firma propia nos quedaremos con ‘Beste denbora batean’, un lujazo pop. ‘Gaur’ fue de una densidad y oscuridad de innegable atractivo, con la voz larga y el punteo Neil Young. Pero no todo fueron agobios, que al ‘Egun on Mundo’ vestido de Coldplay solo le faltó una explosión de confeti. Temas que contaron con un efectivo uso de la pantalla de fondo que combinó ilustraciones con imágenes a tiempo real.

La banda destacó en las creaciones de claro influjo norteamericano. La sección a banda completa de ‘Aitormena’, la suave ‘Amapola’, la arrebatadora ‘Esperantzara kondenatuta’, esa mezcla Triki-Wilco de ‘Zaharra zara Bilbo’. En el top colocaremos ‘Estutu nazazu’, obra bien contrastada que despertó electrónica y finalizó con esa reiteración que no quieres que acabe nunca. Sonriente, feliz, como durante toda la noche, se despidió Gari tras una actuación que echó la vista atrás pero embelleció el estado actual del guipuzcoano.

Publicado enCríticas de conciertos

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