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Fenomena: Un festival de afortunados experimentos

El festival Fenomena celebrado en Hondarribia contó con atractivas mezclas musicales y actuaciones de gran calidad.

El festival Fenomena hondarribitarra nos permitió ayer gozar de una de esas fusiones difícilmente repetibles: unir sobre un mismo tablado a El Niño De Elche, Joseba Irazoki y Ruper Ordorika. Fue el gancho del festival, el evento que más gente reunió, el que más barullo creó en la barra del bar y sus alrededores. Pero no fue el único acto. La tarde-noche de ayer estuvo llena de actuaciones gratuitas organizadas por Fenomena Kultur Elkartea y el Ayuntamiento de Hondarribia.

El cartel comenzó a las once de la mañana con los talleres para niños en las terrazas del Puerto Deportivo de la localidad guipuzcoana. Un espacio más amplio que la anterior base de operaciones del certamen, los jardines del Kasino Zaharra. No fue la única mejora: las actuaciones se celebraron en una carpa para hacer frente a las adversidades meteorológicas. No hay que olvidar que el año pasado una borrasca echó por tierra parte de la programación.

La fiesta sonora propiamente dicha comenzó a las cuatro de la tarde y corrió a cargo del combo madrileño Patio Rosemary. Más cercanas a las Runaways que al grupo Dover, su propuesta llegó llena de rabia y melodías, con momentos cercanos a Los Pixies o los Sonic Youth de Kim Gordon. La familias se estiraban en la cercana campa. Algunos preparados, con mantas aislantes. Otros de forma relajada, mientras sus hijos corrían por la zona. Un aplauso a quienes colocaron a niños y niñas unos cascos aislantes para la escucha de los conciertos, que fueron los menos.

Flavio Banterla cogió el testigo y lo subió a la estratosfera. Sus canciones fueron siderales, repletas de elegancia y buen hacer. En formato trío – mas una violinista que echó una mano en algunos pasajes- y con una felicidad contagiosa, sus piezas sonaron a medio camino entre Franco Battiato y los Flaming Lips. Unos tonos llenos de fuerza y con una voz sobresaliente que confirmaron la potencia festivalera de esta propuesta única.

Y llegó la mezcla de Ruper Ordorika, Joseba Irazoki y Niño de Elche. Comenzó Ordorika con sus suaves tonadas (“Martin Larralde”), composiciones soleadas (“Haizea Garizumakoa”) y algún que otro ímpetu (“Hondartza Galduan”). La tradicional “Zazpi Nobio” hizo de gancho con Joseba Irazoki.

El músico de Bera voló después libre. Presentó cortes de su último disco, el instrumental “Ez-Nostalgia”, ofreció un “Ahorik ahora” de tintes rafaelianos, brindó cortes country y salió a capela (“Blue Cristal Fire” de Beñat Achiary). Su enlace con el Niño de Elche nos deleitó con una arrebatadora versión castellana de “Txoria txori” que musicalmente podría ir en una banda sonora de Win Wenders. El cantaor flamenco se lanzó después a interpretar dos canciones en solitario. La inicial “Mercados” confirmó la tremenda voz de este autor de Elche. La posterior obra, cantada sin acompañamiento, mostró la vertiente más heterodoxa de este creador.

Esta fiesta a tres se cerró con un par de temas juntos. El primero ensanchó el “Fas Fatum” de Ruper Ordorika con un Irazoki bailando entre punteos de guitarra y un cantante mediterráneo ofreciendo preciosos giros de voz. El posterior y casi indistinguible homenaje al “Deep Song” de Tim Buckley fue una parranda de alegrías. A su fin los cántabros Los Estanques y el grupo australiano Datura4 fueron los encargados de dar carpetazo a un festival que tuvo una gran respuesta popular.

Publicado enReportajes

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