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Esto sí es Kawaii, qué guay

El festival arrancó con una fiesta inaugural llena de soles cantores y bonanzas sopladoras.

El Jazz Band Ball del Jazzaldia es el corte de cinta previo de la etapa del tour, el primer día de fiestas patronales, el suculento entrante – que para algo somos vascos- de un menú que inundará Donostia estos próximos días. El pistoletazo “free jazz” (por aquello de que es gratis y suele haber mucha música de ese estilo) se celebra siempre en la parte trasera del Kursaal, que dispone de tres escenarios además del grande situado en la arena. Una playa que a las 19,30 horas de ayer, momento en el que los sonidos comenzaron a brotar de los altavoces, aún andaba repleta de gente buscando refrescarse del calor reinante ante una galerna que apuntó pero no disparó.

En realidad la zona se abrió sobre las siete de la tarde. Y para entonces ya había gente esperando a Joan Baez en la valla del Escenario Verde. Jóvenes y mayores fueron llenando poco a poco las distintas terrazas de la zona. Ana Pérez, de Pasajes San Pedro, nos confirmaba que siempre que puede se acerca al Jazz Band Ball. “Me parece un gran plan. No solo el del espacio grande sino el de estos más pequeños. Aquí siempre encuentras grupos atractivos. Si alguno te gusta menos pues te das un paseo por la zona y listo”. Le tanteamos por sus preferidos, pero defendió su idea de picoteo y las bonanzas de los transportes públicos de su zona.“Aprovechamos los servicios nocturnos de los buses para volver a casa”.

El continente no ha variado, manteniendo los elementos las disposiciones habituales. En la entrada más cercana al puente del Kursaal / Zurriola se colocan el stand de discos, las taquillas para los tiques, las tabernas y el Escenario Frigo. En la terraza superior aparece el Heineken. Como txoko coqueto cercano a Sagüés sigue estando el Escenario Coca-Cola.

La “bomba japonesa”

Pero vayamos al contenido, que es lo que nos pirra. Y más si empezamos con fuerza y rabia blues-rock de la mano de Rei. Uno de los grupos japoneses que, gracias a un acuerdo con la Fundación Japón, recalarán en esta edición 54 del Jazzaldia. En formato de trío llegaron Rei (chica a la guitarra y voz), Katsuhiro Mafune (bajo) y Miyoko Yamaguchi (pegadora baterísta). Con ropas llenas de colores y ese aire “naif” que impregna la música popular de su país. A esa supuesta belleza o ternura ellos la llaman Kawaii. Y la actuación fue guay, kawaii, y todos los términos fantásticos que se les ocurran. Una “bomba japonesa” al estilo de las de los fuegos artificiales. Una fiesta llena de vitalidad y alegría.

Simpáticas y sonrientes, fueron disparando temas haciendo olvidar su jet-lag – llegaron la víspera- y animando de buena gana el cuerpo de los presentes. En el menú cabía de todo: rock-blues, pop, funk, bases de baile. Rei hablo en castellano de manera más que digna, hizo de “Guitar Hero”, cantó por un megáfono y tocó una pandereta al cuello. Su equipo repartió pegatinas promocionales por la zona. Todo feliz y radiante. Si se perdieron la cita de ayer no desesperen, que el trío repite pase hoy y mañana en idéntico tablado.

Mientras las palabras “Jamie Cullum” y ”Joan Baez” flotaban en el viento durante nuestro paseo por la zona – si nos hubieran dado un euro cada vez que escuchamos los nombres de las grandes estrellas del día igual si podíamos haber fichado a la dichosa Rosalía- llegamos a la elegancia de Ola Onabulé.

El anglo-nigeriano fue un ejemplo de finura y distinción ante un abarrotado espacio. Con un soul de corte británico – ni muy meneado ni muy parado- y bien apoyado en una banda de corte estándar – batería, bajo, piano,…-, sus canciones fueron entrando por los poros cual crema solar. Su voz, tersa y afectada, fue una montaña rusa a la hora de pasear por los tonos. “Es como si cantara jazz con el meñique levantado”, dijo un espectador a nuestra vera para intentar definir el estilo. No pudimos reprocharle nada a la frase.

En el Escenario Frigo se comprimieron los nueve integrantes de Saxophone Con-Clave. Una dinámica formación de corte clásico que lanzó algo de swing, latinismos acolchados y mucho pasaje calmado, al menos durante nuestra visita. Quienes llegaron con ganas de mover el bullarengue, que la promoción invitaba a ello, deberán escoger otro momento. Aquello fue un paseo tranquilo por el jazz de las grandes bandas. Mas esto no ha hecho más que empezar. Nos esperan muchos días, paseos, formaciones y grandes momentos. ¡Que ustedes lo disfruten!

Publicado enCríticas de conciertosReportajes

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