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Jazzaldia 2018: mucho reggae, cero reggaeton

Los conciertos gratuitos del Jazzaldia se extienden por la zona centro de la ciudad. El DJ local Ibon Errazkin pinchó música selecta en el Náutico, mientras una fiesta jamaicana inundó Alderdi Eder

El centro de Donostia es una ciudad hecha para pasear. El Jazzaldia se sube a la ola caminante y en apenas diez minutos coloca hasta tres escenarios gratuitos en su zona más turística. Los jardines de Alderdi Eder, el Naútico y el Museo San Telmo son los espacios en los que el festival extiende su oferta.

La pinacoteca situada en la Parte Vieja es la reina de las mañanas con un programa doble al que le llueven las buenas críticas. Pero nosotros fuimos directos al turno de tarde. Así, deambulando entre “selfies” costeros, oteando a la chavalería saltar desde las escaleras del Náutico, llegamos a la zona portuaria denominada Nauticool. Un espacio en el que estos días DJ´s de todos los colores sonoros convierten el espacio en un atardecer casi ibicenco.

No se asusten si no conocen a los autores anunciados en estos carteles. Son gente especializada en sonidos tórridos, exquisitos y briosos. Tonos alejados de la radiofórmula o los karaokes televisivos. A veces escucharán música afroamericana, latinismos acelerados – sin llegar al reggaeton, como bien apuntó el director Miguel Martín- o contoneos brasileños.

La “gozadera” se amplificaba ayer con los cortes seleccionados por Ibon Errazkin. uno de los personajes más creativos, influyentes y respetados de la escena independiente popera. Tras un inicio con un volumen heredado del cierre de la noche anterior, la mayor adecuación del mismo al espacio y el ambiente permitió disfrutar de su siempre exquisita selección musical. Hubo dub y raggamuffin, que suena a magdalena cuqui pero es un tipo de reggae. También lanzó cosas disco dignas del Studio 54. Le habríamos pedido una lista de todo lo que estaba sonando, pero nos tememos que eso es como pedirle los trucos a un mago.

En 16 pasos contados llegamos al set de Alderdi Eder, frente al Ayuntamiento. Un sitio de postal. Los cientos de turistas que se sacan fotos en el paseo lo confirman. Un escenario con la bahía a la espalda, el carrusel a un lado y el antiguo Gran Casino al otro. Ni el coche de la marca que paga el montaje quiso perderse la cita.

La tarde de ayer estaba marcada a fuego en la agenda de muchos musiqueros. El mítico sello Trojan Records, casa de algunos de los más afamados autores de música jamaicana (Desmond Dekker, Toots & The Maytals, Jimmy Cliff), se montaba una francachela para celebrar sus 50 años de vida editorial. Al festejo en formato Sound System -un potente equipo de sonido, un pinchadiscos poniendo temas- se sumaron Dennis Alcapone y Dawn Penn.

No vimos a los nombrados. Normal, la fiesta duraba cuatro horas y las urgencias de este texto no nos permitieron disfrutarla en su totalidad. En nuestra parada el pincha, con un polo que recogía los colores de la bandera de Jamaica, lanzaba singles, remezclas de temas afamados (“Exodus”, de Bob Marley y sus Wailers) y hacía las delicias del numeroso público presente.

Publicado en El Diario Vasco
Publicado enCríticas de conciertosReportajes

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