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Mes: mayo 2018

Audience: elegancia fronteriza

Intérpretes: Audience. Lugar: Sala Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Día: 25 de mayo. Asistencia: Unas 100 personas.

Lo mejor de los chicos de Audience es que siempre han hecho lo que ha querido. En sus casi veinte años de carrera se pueden encontrar discos de rock pantanoso, bandas sonoras instrumentales y, como es el caso de su último CD titulado “Isla”, grabaciones en Cuba en las que se dejan empapar ligeramente por los sonidos de la región. La etiqueta habitual que se le da a sus canciones es la de “americana”, estilo country-rockero que caracteriza algunos guitarrazos de la Norteamérica más tradicional. Pero hay mucha más enjundia en este quinteto vizcaíno, como quedó demostrado en el atractivo concierto que dieron en Donostia.

Audience es Gaizka Isuntza desgañitándose en cada estrofa e incitando al resto a brincar sobre los ritmos entrecortados de las guitarras, es Ager Isuntza homenajeando a Lou Reed y el resto de socios de aquella Nueva York tan sucia y atractiva, es Ruben Galatea relevando a Hannot Mintegia con elegancia y suavidad.

El grupo mezcla el euskera y el inglés en sus creaciones, viajando desde los mundos de la Jon Spencer Blues Explosion o Tom Waits hasta los sones cubanos con una fluidez pasmosa. En este punto latino destacó la colaboración de la cantante vasco-cubana Dana Moya. Una voz que se apropió del escenario con su contagioso modular hasta cuando llegó la hora de homenajear a Chavela Vargas. En total fueron ochenta minutos, bis incluido, de pasajes fronterizos donde nada era puro y todo fue tan vital como gozoso.

Manolo García: comunión pop

Intérpretes: Manolo García y banda. Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia). Asistencia: Lleno, unas 1800 personas. Día: 17 de mayo.

Los números no engañan: todas las entradas vendidas hace semanas, más de dos horas y media de concierto, 28 canciones interpretadas y cientos de metros recorridos por el escenario y los pasillos. Manolo García mantiene el tirón entre las y los “Manoliebers”. Adultos que no pararon de brincar en la butaca y jalearle, darle la mano o corear sus estribillos.

La comunión mística de fervor popero arrancó (“El frío de la noche”) y acabó (“Pajaros de barro”) con la banda tocando a pie de escenario en formato acústico. Entre ambas se desplegó el universo García: charló defendiendo el alma y la libertad, se cambió tres veces de camisa – pasando del look “betigazte” inicial a un estilo más adecuado para sus bien llevados 63 años-, se sentó inquieto en los dos sillones situados en el tablado, corrió hasta la platea superior y apenas se bañó en la nostalgia de El Último de La Fila, lo cual es de agradecer.

Su fórmula actual se basa en aquella, claro está. Manolo García no es un rupturista, y en comanda con su director musical han montado un estilo bastante férreo que, basándose en el pop, picotea de otros nidos vecinos. Ofreciendo al autor la opción de silabear brincando y entonar aflamencado. “Con los hombres azules” podía ser el mejor ejemplo de este estilo. Una canción calmada, de toques turcos, que viró hacia la contundencia en los puentes. La única pena fue que durante algunos tramos de la noche la voz principal no fuera del todo nítida.

Más allá de la comprobada efectividad de la fórmula y las favoritas de uno y otro espectador se agradeció el fantástico trabajo del ingeniero de luces, la presencia del violín (“Fragua de los cuatro vientos”), el tino de algunas baladas (“En tu voz”, “Quiero esa pasión”) y la confirmación de que a Manolo le mola el rock de barrio, como bien se pudo ver en los detalles de “Ardió mi memoria” y “Si te vienes conmigo”.

Frank: energía clásica

Intérpretes: Andoni Etxebeste (batería), Christian Rodríguez (bajo), Iñigo Bailador (guitarra), Sara Comerón (voz y guitarra). Lugar: Sala Kutxa Klultur Kluba (Donostia). Día: 11 de mayo. Asistencia: unas 200 personas.

Siempre es una alegría ver a una banda tan contagiosa como Frank. El cuarteto guipuzcoano llegaba ayer a la capital para presentar su nuevo disco “Atlas” ante una sala que respondió. Y me voy a extender en lo de “contagioso”, que se suele enfocar hacia la música de baile y en este caso los tiros no van por ahí. El gran valor de este combo es la ejecución y, sobre todo, la energía que transmiten. Su cantante Sara Comerón revitaliza cuerpo y alma con sus entonaciones férreas y potentes, caminando con soltura por los tonos graves.

A su vera los músicos participaron en la fiesta, atinando entre todos a transitar por parajes desérticos, los duelos de ‘far west’ de cementerio, algún trote folk y mucho rock de la vieja escuela. Ese que los acercaba al ‘sleazy’ (estos vascos se saben lucir en todos los estribillos) sin llegar a ser rock duro. Si son de los que no miran ni las etiquetas de la ropa y se han mareado con tanto estilo musical yo se lo resumo:vayan a verles. Se manejan muy bien sobre los acordes habituales y saben concentrar su elegancia en apenas 55 minutos.