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Sin palabras

Intérpretes: Raphael y la Orquesta Sinfónica de Bilbao. Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia). Día: 26 de febrero. Asistencia: Lleno unas 1800 personas.

Lo sucedido el pasado jueves en el Auditorio Kursaal escapa a la lógica. Y a los números me remito. Apunten. 35 canciones. 155 minutos de concierto. Sin descansos – lleva 55 años sobre los escenarios-. Con la Orquesta Sinfónica de Bilbao como acompañante y con la gente levantándose a aplaudir al final de casi todas las canciones. ¡En nuestro Kursaal!

Uno se asusta cuando ve los constantes retos que se “autoinflinge” Raphael. Pero el temor se convierte en pavor cuando ve que el de Linares sigue saliendo de todos ellos de manera grandiosa. De ello puede dar fe el heterogéneo público donostiarra presente, encantado con un espectáculo que acabó formando parte de los anales de nuestra ciudad. Pues no había una señora a mi lado que, llevando dos horas largas de show, tuvo la osadía de decir en alto “¿Cómo que se acaba ahora? ¡Que toque tres más!”. Ríanse de las believers. ¡Sus antecesoras son peores!

El incansable comenzó su antológica cita con el “Ahora, que el tiempo ha pasado” de su tema “Ahora”. Frase que no debe dirigirse a sí mismo. Lo que ofrece esta gira sinfónica es un meritorio retorno a aquellos maravillosos años líricos en los este jienense que se comía con patatas la orquesta de fondo, viva y locuaz, haciendo temblar el mismísimo Teatro Bolshoi ruso.

Especialmente emocionante cuando los socios le ponen un colchón clásico y popero de cuerdas emocionantes – listar los títulos de todos los aciertos haría que este artículo se acabara aquí- , el autor de las mil aristas se emociona, explota, se deshace, se desabrocha, se eleva, se cimbrea y aflamenca, nos desata, exagera y busca los extremos del amor y su despecho. Unas letras sublimes, de otra época, alejadas años luz de la insustancial lírica pop actual. Qué tenga que venir un setentón a contaros de qué va esto, indies y famosos televisivos… Manda narices.

Nunca un concierto se nos hizo más corto. Con eso queda todo dicho. ¿Qué sera lo siguiente, querido? ¿Tocar en un auditorio con gravedad cero?¿Cantar las canciones del revés? ¿Hacerlas a capela? ¿Montar un grupo con Kanye West? Poco importa. Lo más recomendable es ir comprando ya la entrada.

Publicado enCríticas de conciertos

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