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Sergio Dalma: La cosa más bella

Intérpretes: Sergio Dalma (voz) , Jorge Villaescusa (teclados), Jorge d’Amico (guitarra), Oliver Martín (guitarra), Alicia Araque (guitarra, voz), José Vera (bajo), Cristian Constantini (bateria). Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia). Día: 10 de enero del 2015. Asistencia: lleno, unas 1800 personas.

Lo (casi) nunca visto. Y miren que hemos pateado tugurios y estadios. Pero lo que sucedió el sábado en el Kursaal fue memorable. Espectacular. Muy pocas veces se ve tamaña conexión entre el público y el actuante. Sergio Dalma se doctoró, si no lo estaba ya, en Donostia con un concierto que elevó las almas – y hasta los hombros del asiento- de unos presentes que habían agotado el taquillaje. Hasta las zonas laterales superiores estaba ocupadas. Y si hubieran sacado a la venta localidades para verlo cual Olentzero colgando de la ventana, estas también se habrían ventilado.

Dalma es el yerno/amante/marido/novio perfecto. No porque lo veas un par de horas y luego se pire. Es que es majísimo. Lo digo en serio. Un tío muy afable, zalamero sin malicia, un galán. Ahí queda el detalle de la única chica que pudo subir al escenario a abrazarle, la envidia de las otras mil que se quedaron con las ganas. Los chicos presentes asistían a un “robo emocional temporal de pareja” en toda regla. Así estaban, que no se movían un ápice. Ojo, no todos, que el catalán también gusta entre los cromosomas masculinos.

Josep Sergi Capdevila Quero (su nombre real) habló de su estancia en Donostia estos días, de su visita a la ciudad hace 25 años, de su amistad con Pepe Dioni o del hecho de que su bajista fuera de Hondarribia. Recibió decenas de gritos de “guapo” y alguno más elevado de tono. Las hormonas volaban por la sala cual napalm en los bosques de la película “Apocalipse Now”. ¿Y la música? No es tan relevante.

No me malinterpreten. Fue un buen concierto a todos los niveles. El espectáculo escénico se mostró muy adecuado, con juegos de luces que elevaron la presencia del protagonista sin dejarnos ciegos con los focos. Lo que quería decir es que su rasgado cantar y sus ejercicios musicales son muy conocidos. Como a los autores de canción ligera, a este tipo de creadores no se le piden piruetas sino una línea estilística más constante.

En su caso la base la forman canciones de corte italiano, provenientes del país latino (caso de “Gloria” o “El Mundo”) o firmadas por el de Sabadell. De estas hubo muchas y muy aplaudidas. Y, sorpresa, “Bailar pegados” no fue la más jaleada. “Galilea”, cerrando la velada, le ganó la partida. O ese “Solo para ti” que puso de los nervios a los chicos de seguridad, con Dalma paseando por entre el público. Y tras 90 minutos de espectáculo con mucho enamoramiento, baladismo terso y toques rockeros, los y las asistentes salieron sin tocar el suelo, levitando de emoción. Y eso, queridos, no lo consigue cualquiera.

Publicado enCríticas de conciertos

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