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El reloj, la ciudad

Así canta ‘To The Clock, To the City’, uno de los muchos temas buenos que componen el último disco de Josh Rouse. Y eso hizo el autor asentado en Valencia. Llegó a la ciudad, y paró el reloj. Quien sabe si por la disposición de la sala, o la altura del escenario, pero el concierto de Rouse y sus Long Vacations convirtió el emplazamiento en un pequeño gran club de jazz. Con todas sus virtudes, y ningún defecto sonoro. Coqueto, cercano, terso. Muy confortable. Iba a decir cálido, pero la calefacción del lugar, a tope, achicharró muchas neuronas.

A todas las ventajas añadiremos la mayor de ellas: la aportación de los ejecutantes. Empezaron suaves y jazzeros, se animaron a pasear por ritmos brasileños y acabaron poperos. Con una fina niebla de soul que todo lo empapaba. Elementos ya conocidos, pero que hay que saber unir con elegancia y y dulzura. La que también demostraron los teloneros Napoka Iria. Dúo chico-chica. Ella con una voz entre delicada y portentosa. Él, rasgando entre el counrty y el folk.

Josh y su banda volvían a nuestra capital en formato trío, como en la anterior visita en 2010. Pero ya avisaba Rouse que nada de contrabajos, que ahora venían enchufados. Y el propio Rouse, con esa pinta de niño pícaro con traje de adulto, con una maleta llena de arte. Porque si algo tiene este norteamericano son canciones. Como soles. Las que le dieron fama en el pasado (discos ‘1972’ y ‘Nashville’) y las que le deben dar en el renacer presente, recogidas en su último álbum, ‘Josh Rouse & The Long Vacations’.

El autor conoce el negocio, y va disponiendo de sus múltiples aciertos a lo largo de un set. No hubo ni una sola canción mala. Únicamente trastabilló un poco en el primer set acústico en solitario. Casi escondido tras la batería, las preciosas canciones ejecutadas quedaron algo apagadas. Más divertido fue el segundo intento, cuando paró de manera aparentemente casual un tema para invitar al resto de músicos a acompañarle. El hecho de que tardara cinco minutos en afinar la guitarra mientras sus compañeros tocaban remarcó la idea de espontaneidad. La noche se cerró con ‘Love Vibration’, título que puede dar buena cuenta de lo allí escuchado. Composiciones vibrantes y de fácil enamoramiento.

Publicado enCríticas de conciertos

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