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Mes: mayo 2011

Bill Callahan: Tablas de emoción

Primera salva de aplausos para el Teatro Principal donostiarra, que no acoge muchos eventos musicales. La actuación de Bill Callahan (de la telonera ni hablamos) aumentó el clamor popular para recuperar la olvidada costumbre. El norteamericano paró el mundo con esa voz tan recia, palpitante, cavernosa y melódica. Maldito puñetero, ahora sé cómo enamoraste a Joanna Newson o Chan Marshall (CatPower). Con esas preciosas letanías folk y ese timbre tan acongojante.

A su vera, un guitarrista que contrapunteaba eléctricamente los rasgados principales. Y cómo olvidar al mejor batería – de estos palos- que jamás haya pisado Donostia. Descalzo, tocando con los dedos, masajeando las maderas, poniendo paños específicos en cada canción. Cuando los tres se convirtieron en una unidad sonora, la emoción recorrió telones, pasillos, asientos y las dermis de sus ocupantes instalando en las mentes una sola idea: «Qué maravilla de concierto».

Manett: «Suburbia»

MANETT
“Suburbia”
Moonpalace Records

Deliciosa la nueva muesca de esta banda vizcaína, a situar entre la Velvet Undergound, los posteriores Luna, Yo La Tengo y, a veces, con cierto aire 50´s.

Una decena de canciones de amores acústicos que navegan siempre con el nuevo folk USA como envoltorio general que hace que todo brille y dé esplendor. Actúan hoy en la Sala Lugaritz (Donostia), teloneando a Pony Bravo. Vayan cenados, no se los pierdan.

Lolas Club: Es sólo Rock & Roll

Ganadores del certamen poprockero donostiarra en 2007, presentan un primer CD repleto de rock clásico

Con un sonido impoluto, que no aguado, bien ecualizado y de sólida voz («aunque el directo debe ser potente y contundente. Caliente y ardiente»), el debut autoeditado de la banda guipuzcoana Lolas Club llega a los reproductores repleto de ese ‘rock’ guitarrero que tanto gusta por estos lares.

‘Uno’ recopila una decena de canciones que saltan del ‘blues’ de los Black Crowes al acelere de Fito o los saltimbanquis Tequila. Y los Stones, claro, los padres de todos estos churumbeles posteriores entre los que podemos incluir sin rubor a este cuarteto vasco.

Las canciones de Jon Lolas (voz y guitarra), Berny (batería), Luiyi (guitarra) y Manu (bajo) se pasean el rasgado más actual (‘Rock&Roll no has muerto’) y el más clásico (‘Es sólo rock&roll’), dejando espacio para las baladas arpegiadas ‘Dónde iremos a parar’, ‘Dime’). Y un single bien definitorio, ‘Club de los Lolas’, que cuenta con un videoclip tabernario al uso. Charlamos con ellos sobre el disco, su gira, los locales en los que ensayan y esas letras canallas de nocturnidad y alevosía.

Hablando de temas noctámbulos, las fotos del CD están sacadas en el donostiarra bar Bukowski.
– Es uno de nuestros bares de marcha. Nos encanta la estética y hemos pasado muchas horas dentro.

– ¿Qué os inspira a la hora de escribirlas?
– Sexo, drogas y ‘rock and roll’. La inspiración no viene por sí sola. Dependes de muchos factores y estados emocionales. Luego llega el rompecabezas de grabarlo. Pero al final del camino llegas a tu destino. Satisfecho del trabajo bien hecho.

– Diez canciones se pueden encontrar en vuestro debut de título unitario. ¿Por qué ese título? ¿Van a ser volúmenes numerados?
– Para saberlo deberéis esperar al ‘Dos’. Pero nuestra idea es clara: sacar disco tras disco. Tenemos muchísimos temas nuevos ya grabados.

– ¿Por qué elegisteis ‘Club de los Lolas’ como primer ‘single’ y vídeo?
– Por el título del disco (‘Uno’), referido al paso inicial. Y por nuestro nombre. Es una presentación de la banda, tanto en imagen como referente al sonido. También te invitamos, por el mismo precio, a que te unas al club.

Jay-Jay Johanson: Triste y desesperanzado

Los donostiarras Polaroid y el artista sueco Jay-Jay Johanson ofrecieron una velada de intensidades contrastadas pero bien gozosa para los asistentes. Arrancó el cuarteto local con algunas vaporosidades que, viendo el resto de la noche, probablemente pronto caigan de la lista de canciones por su propio peso.

Desperezado el cuerpo, el cuarteto ofreció pop anglófilo y oscuro, a las manera de Editors o Interpol. Les perdonaremos los pequeños despistes vocales y guitarreros – se formaron en octubre del 2010- porque el escenario y los nervios se van templando con el paso de las canciones.

Y tras la rabieta de aires juveniles llegaron el señor de la casa, Jay-Jay Johanson, y su socio Erik Jansson al piano y órgano. Con una proyección sobre el mundo de ballet como fondo visual y, en ocasiones, con un ligero y dulce apoyo de bases electrónicas que recordaban la época más trip-hop del alto y delgado cantante europeo.

Un intérprete que maneja un tono vocal realmente atractivo, tan afligido como una plañidera pop. Se eleva por los timbres agudos, pero como si los susurrara, soltando las letras de sus canciones de manera tan exquisita que uno no puede dejar de escucharlas. Hasta el tema ‘Suicide is painless’ sonó tan triste como esperanzado.

En algunos pasajes era relativamente sencillo caer en los brazos de cierta monotonía compositiva, momentos que pronto eran resueltos por alguno de los innumerables éxitos que Jay Jay tiene en su taciturna discografía: ‘So Tell The Girls That I Am Back In Town’, ‘She’s Mine But I’m Not Hers’, ‘The Girl I Love Is Gone’ o ese ensoñador ‘Milan, Madrid, Chicago, Paris’ que cerró la noche por todo lo alto. Aunque quizás, si hacemos caso a la animosidad emocional, sería más adecuado decir «por todo lo bajo».