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Delafé y Las Flores Azules: Hippy-hop

Confetis. Globos. Manos en alto. Bailes sincopados sobre el escenario. Los catalanes Delafé y Las Flores Azules (perdieron al ‘Facto’ que iniciaba su denominación, el tercer miembro oficial, hace un tiempo) ponen todo de su parte para que sus actuaciones sean una fiesta contagiosa. El llenazo de la sala donostiarra en la que actuaron demuestra que su propuesta musical tiene un tirón que muchos de nosotros no le presuponíamos. Sí que imaginábamos una asistencia elegante, pero jamás semejante aforo. ¡Ni a fumar salía la gente, completamente concentrada en el espectáculo!

¿Y que ofrecen estos barceloneses que el año que viene cumplirán un lustro de vida actuante? Música agradable y evasiva. Simpática y, si me apuran hasta ponerse picajosos, trivial. No en la ejecución, entre bases pregrabadas -la explicación del sampler no era del todo necesaria- y muchos músicos de gran nivel ejecutante. Sino en el concepto, las letras, el aura, o como quieran llamarlo.

Los menos iniciados se atreverán a llamarlo hip-hop optimista con gotas de soul y pop, todo como muy soleado y alegre, al estilo del ‘Drinking in LA’ de Bran Van 3000, con el brillo de los anuncios de la televisión (fueron el fondo de un spot de El Corte Inglés, y podrían serlo de otras cincuenta publicidades) y los libros de autoayuda.

Aunque los chicos de extrarradio se removerán en sus micrófonos ante tamaña definición, sí que tienen ese punto rapeado a la hora de cantar, fraseando él -Oscar D’Aniello- y modulando algo más ella -Helena Miquel-. Son fieros como un oso de peluche. Y fusilan con respeto y sin miedo, bajándole el tempo, a los Flaming Lips, mientras recuperan el famoso lanzamiento de papelitos e hinchables que los norteamericanos acostumbran a presentar en sus shows.


Las flores consiguen una comunión total con los presentes más allá de las canciones más conocidas. Gentes poco dadas a conciertos de garitos que bailan y elevan sus brazos, corean y cantan cuando se lo piden y cuando les apetece. ¿Que suena todo el rato como si estuvieran tocando la misma canción? Cierto. ¿Que un recién llegado puede no distinguir un tema del siguiente? Probable. Pero…¿Qué grupo ajeno puede escapar de tamaña definición? Aquí lo importante es sonreír, brincar, la felicidad y la alegría, soltar el nervio acumulado durante toda la semana, evadirse de manera melodiosa. Que los problemas se queden en la puerta.

Antes del acto principal la formación donostiarra 15 Grados se encargó de calentar el ambiente. Ganadores de la rama popera de la Muestra de Música Local de Donostia 2010, el antiguo concurso Pop-Rock Ciudad de San Sebastián, la banda capitaneada por la voz de Jorge Elisburu se pega a la radiofórmula más viva y guitarrera.

Siempre tuvo en sus cantares un deje a lo Mikel Erentxun, similitud que poco a poco parece ir diluyendo en melodías más diversas. Con el fichaje de un dinámico guitarra de apoyo y mucho tema que busca el estribillo coreable, la banda guipuzcoana se mostró en buena forma ante un público bastante respetuoso con la propuesta regional.

Publicado enCríticas de conciertos

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