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Musical «Hoy no me puedo levantar» : El circo del Pop

Ya era hora de que un señor musical parara en nuestra bella postal. Después de varias astracanadas que arribaron a Donostia con la dichosa etiqueta de ‘musical’ y varios euros dejados en balde en la expendería de entradas, «Hoy no me puedo levantar» nos enseña un espectáculo digno, divertido, muy dinámico y, por supuesto, cantarín a rabiar.

La empresa parece fácil, pero barcos más grandes vimos hundirse por nuestros mares. Si Abba y Queen han tenido su espectáculo musico-teatral digno, Mecano debía ser el primer gran ejemplo nacional.

La banda que vendió diez millones de discos en España, que fue de las primeras en llegar al millón de copias vendidas de un solo vinilo (ay, qué tiempos, el vinilo), inspira con sus canciones el libreto escrito por David Serrano y el envoltorio melódico que suena a lo largo de las tres horas y media de espectáculo. Tranquilos, que hay veinte minutos de descanso en medio.

El acto escénico lo componen 23 canciones, incluyendo el No Controles que la banda escribió para Olé Olé y dos batiburrillos que cierran cada uno de los dos actos. Por supuesto, no falta ni uno de los temas que ustedes pueden conocer. Y lo que es más sorprendente, todas las composiciones están muy bien hilvanadas con el relato. Y son muy pegadizas, pero eso ya lo sabíamos.

La historia se construye alrededor de un amor, un viaje a la capital de la Transición, las drogas, la autodestrucción, los baretos de Malasaña y la locura creativa los primeros años 80 del siglo pasado.

La narración es fácilmente comprensible, muy sencilla y directa, apoyada en una gesticulación a ratos exagerada, unos localismos geniales y un humor diario y callejero, como el que catapulta a ‘Aida’ hasta lo más alto del ranking televisivo de los domingos.

Esa sensación de colegueo se disuelve en la segunda parte, cuando las líneas del guión adquieren trazas de seriedad y tristeza, ganando calidad trágica con las muertes, los ‘muñecos rotos’, los desamores y alguna que otra sorpresa que no desvelaremos.

Aplauso al cuidado de los elementos escénicos, recopilados todos alrededor de un tablado modular bien aprovechado y atractivo, con letreros gigantes, bares que entran y salen y una pantalla digital que recupera en el arranque a los músicos, a los que no se ve hasta el final.

Las luces complementan sin cegar y las coreografías mantienen el tipo. Entre movimientos a lo Grease y alguna herencia del Thriller de Michael Jackson se cuela un número digno del Circo Del Sol.

En definitiva, un buen espectáculo terriblemente entretenido que recupera dignamente los temas de una banda de éxito.

Publicado enCríticas de conciertos

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