Saltar al contenido

La sonrisa de Julia: Pop bipolar

Interpretes: La sonrisa de Julia. Día: 08 mayo 2009. Lugar: Discoteca Bataplan (Donostia). Asistencia: unas 150 personas.

Hubo un tiempo en el que estaba de moda ponerse el nombre del grupo musical siguiendo la fórmula de “miembro corporal + nombre”. Los hubo (y los hay) orejeros donostiarras, soñadores asturianos, mentones bilbaínos.

Y sonrientes amigos de Julia, como los que el viernes tocaron en el Bataplan donostiarra. Una sala que, en esa hora tonta entre la cena y el jolgorio, se mostró como un emplazamiento tan coqueto como agradable para esta suerte de conciertos de media entrada.

Desgraciadamente, o afortunadamente, la banda cántabra que anteanoche piso la capital guipuzcoana poco o nada tiene que ver con el enfoque musical que siguieron sus colegas.

Mientras el resto de compañeros gustaron de abrazar o abrir caminos en el pop radiofónico de seguimiento adolescente, el cuarteto cantábrico maneja unos campos que no siguen la escuela que se le presupone, no hacen honor al formato de nombre seleccionado. Y si algún día lo hizo, ahora, en esta gira de presentación de su nuevo CD titulado “Bipolar”, ya es agua pasada.

No les negaremos cariño por el estribillo. Lo cuidan, lo bordan, lo buscan, lo potencian y lo venden sin ser santo y seña de politono descargable. Tienen canciones “raras” en las listas de éxitos, porque no se empalagan ni huelen a chamusquina de rima amorosa infantil. Temas que consiguen enganchar a extraños, esos que giran la cabeza en el bar de turno para mirar la tele y preguntarse quienes son los cuatro chavales esos de la tele.

Esa diferencia, ese cariño por todos los estilos musicales habidos y por haber, es lo que en el fondo puede lastrar su fórmula. No me entiendan mal, tocan de rechupete y se entregan en el escenario como el artista de estadio aunque delante tengan un reducido número de fans.

Pero en la eterna búsqueda de plasmar los gustos melódicos hay espacio para los detalles de todos los colores: Extractos de Juanes, momentos de hard rock, aires de Beatles, lamentos épicos a lo Muse, pizcas de funky. Formas abiertas que saben integrarse a veces mejor, otras peor, en el conjunto general sin que aquello parezca la verbena del escenario de las fiestas del barrio.

Pensando pensando llegamos a la conclusión, por las formas de entonar, por el tratamiento de las melodías, por el gusto por el pop español alternativo de los 90, que harían muy buena pareja de furgoneta con los ahora (sorprendentemente) encumbrados Vetusta Morla.

No sería mal negocio para los chavales. No ya por las ventas o los aforos completos, sino por encontrar una vía correcta a la que llegar a su público potencial. Cosa harto complicada a día de hoy con la que está cayendo en las discográficas e internetes.

Publicado enCríticas de conciertos

Sé el primero en comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *