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Steve Coleman & Five Elements + Opus Akoben: ¡Qué gozada (experimental)!

Intérpretes: Steve Coleman (saxo), Johnatan Finlayson (trompeta), Tim Albright (trombón), Jen Shyu (voz), Kokayi (voz), Sub-Z (voz, teclados), Thomas Morgan (bajo), Ezra Greer (bajo), Tyshawn Sorey (bateria), Jay Nichols (batería). Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 24 julio 2008. Asistencia: Unas 800 personas.

Alucinado. Algo aturdido por lo allí visto y escuchado. Casi mudo. Sonriendo por dentro. Las pocas palabras que nos salían de la boca eran para compartir con los demás la alegría interna. Viendo que hay futuro en esto que llaman música. Lo del pasado jueves en el Teatro Victoria Eugenia fue algo realmente impresionante.

El investigador sonoro (bueno, vale, en su DNI pondrá saxofonista, pero eso es para que no le paren en cada redada musical callejera) Steve Coleman nos regaló una actuación que se debería guardar en DVD de oro macizo en un banco suizo a prueba de radiofórmulas, merchandisings y politonos.

Si falla lo de Suiza, los primeros 40 minutos de actuación con el extra obligado de los últimos 40 deben almacenarse en los baúles más íntimos y gozosos, junto con las cartas de amor juvenil, las joyas familiares, los diplomas y los recortes de periódico que nos mencionan de pasada.

Los que llegábamos vírgenes a lo que es una velada con Coleman no podíamos dar crédito a lo que escuchábamos y veíamos. El protagonista principal acompañado de otros dos sopladores. Una chica oriental utilizando su voz como un instrumento jazzero más: libertino, chocante, operístico, a lo Bjork o soulero. Ezra Greer creando murmullos mientras Nichols pegaba duro (hubo bases que podían haber venido firmadas por Rage Against The Machine) y Tyshawn Sorey se convertía en nuestro faro con su efectiva sensibilidad emocional a las baquetas. Haciendo que Kokayi nos hiciera olvidar los tópicos raperos, metiendo ese elemento urbano sin calzador y llegando a dibujar balbuceos libres al final de la noche.

Steve Coleman sigue tomando el folklore afroamericano (jazz y hip hop) para jugar con él como le de la gana. Fusionándolo sin etiquetas falsas. Casando elementos absolutamente disonantes para construir paisajes embriagadores que, como ocurre en las películas que nos han marcado, deseamos volver a escuchar otra vez, y otra vez, y otra. Buscando esos detalles que con la premisa del directo se nos han escapado.

Entendemos que hubiera deserciones entre los asistentes. Dos horas largas de concierto es una duración excesiva para una propuesta tan arriesgada y diferente. Nosotros mismos admitimos que a mitad de velada dejamos que nuestra mente se llenara un rato de pensamientos impuros y contaminantes. Lo cual no impide afirmar que la actuación del pasado viernes fue algo atractivo, hipnótico y, sí, orgásmico para quienes gozamos con los autores que buscan abrir nuevos ranuras a nuestro corazón de sensaciones. ¿Radiohead? Ja, unos niñatos.

Señoras y señores, Steve Coleman está marcando las directrices de lo que en 5 años se presentará como algo más rompedor que los Beatles en los productos masivos. Si se lo pierden ahora, que aún se divierte con lo que hace, es problema suyo. ¿A dónde decían que iba de gira ahora? A ver, vuelo de Biarritz hasta Londres…

Publicado enCríticas de conciertos

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