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Maceo Parker: Entre la partitura y la espontaneidad

Interpretes: Maceo Parker (saxo, voz), Rodney «Skeet» Curtis (bajo), Poogie Bell (batería), Michael Abene (director), WDR Big Band Orquesta. Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 24 julio 2008. Asistencia: lleno, unas 1200 personas

Maceo Parker es un hombre inquieto. Se le ve en los andares escénicos, en sus sonrisas, en sus gritos aprendidos tras años de comandar la banda de James Brown. Tras colaborar con todo bicho viviente en el funk, pop y rock más convencional, ahora le ha dado por construir con la WDR Big Band Orquesta el CD “Roots’n’Grooves”, un sentido homenaje aperturista a las grandes canciones del desaparecido Ray Charles.

La propuesta tenía su miga. Era como bañarse en Gibraltar, donde si metes el pie izquierdo tienes la parsimonia y la calma dulce del Mediterraneo (personificada en la Big Band) y si metes el derecho te encuentras con el fiero mar Atlántico del funk marca de la casa. Cada una de las dos partes en las que se dividió la velada se inclinó hacia su zona de acción, aunque sin bucear en ninguno de los mares.

Por cierto, eso de dividir la noche en dos secciones con un descanso en medio y avisarlo sólo en inglés por boca de uno de los músicos tiene su peligro para quienes dejaron dicho idioma en sus libros de EGB. A más de uno le tuvimos que frenar en su salida indignada del teatro por la brevedad del concierto para indicarle que tras el homenaje a Ray Charles, Maceo volvería a escena para darle a lo suyo.

La velada estuvo dirigida por Michael Abene, arreglista que parece sacado de alguna vieja peli de Woody Allen. El norteamericano maneja a sus colegas germanos embriagándose de alegría con las maneras de las viejas big bands de club: chasqueando los dedos, moviéndose de lado a lado, dando palmas y sin batutas que agitar.

La oferta inicial fue juguetona y muy dirigida a las tersas y conducidas maneras orquestales, lo cual chocaba en ocasiones con los bríos originales. Y es que, aunque la fusión (campo donde ha habido más bajas que medallas) se realizara con mucho arte y ensayo y una pizca de libertinaje, nada puede superar a los temazos soul del ciego de Georgia (EEUU).


En la segunda parte los vientos escondieron su presencia predominante, el bajista se quitó el polvo de los dedos y el funky-soul brotó de manera más directa. La orquesta sentó como un guante a los modos habituales de Maceo Parker. Aunque frenaron el puntito orgánico y enérgico de sus actuaciones habituales, la unión de elementos dulcificó los puñetazos habituales funk, mostrando de una manera distinta la felicidad bailonga de los temas del saxofonista.

La mezcla sonó casi perfecta y resultó tan aplaudida como contagiosa, por más que comprendamos que los ajustes necesarios entre tantos músicos de partitura dejen los lados puramente creativos, sobre todo en la primera etapa, a detalles individuales goteados.

Parker no mostró problemas a la hora de compartir protagonismo con alguno de los sopladores de la orquesta germana tema sí y tema también, siendo especialmente exultantes los solos del teclista Frank Chastenier, el momento personal de Poogie Bell (¡clavadito a Don King!) y la aportación de Karolina Strassmayer, la única fémina presente sobre el escenario.

Publicado enCríticas de conciertos

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