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Johnny Winter: Angustia blues

Intérpretes: Johnny Winter (guitarra, voz), Paul Nelson (guitarra), Scott Spray (bajo), Tony Beard (batería). Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 22 julio 2008. Asistencia: lleno, unas 1200 personas

Con los mitos entrados en años siempre ocurre lo mismo. Los incondicionales alucinan con la sola aparición del nombrado. Los que le siguieron durante una época concreta (y algo lejana) de su vida personal brincan de emoción cuando suenan sus composiciones preferidas. Y los que se dejan caer por la sala colocan en sus comentarios las frases más malsonantes.

Claro que nos acostumbramos mal, y cuando Tom Waits, Bruce Springsteen y los Rolling Stones aterrizan en la ciudad para dar una lección de energía y pundonor más allá del jubileo y vemos que las opiniones son casi todas positivas, nos pensamos que todo el Hall Of Fame es orégano. Johnny Winter nos vino a demostrar ayer lo erróneo de nuestro pensamiento.

En un Victoria Eugenia sin butacas y con una tarima que nivelaba con acierto el piso bajo, el encuentro con un pedazo de historia del blues comenzó con una larga introducción a cargo de la banda de acompañamiento que, sin ninguna intención de hacer un chiste fácil, fue la que mantuvo en pie la actuación.

Destacaron el bajista de escalas enérgicas y el guitarrista de apoyo que apareció en contadas ocasiones. Al batería le dejamos de lado por bemoles. Su control de los palillos era casi idéntico al nuestro en la primera visita al restaurante chino.

Winter ocupaba físicamente el centro del escenario. Sentado en una silla, su cuerpo sufre el envite del tiempo, los numerosos achaques y las insanas adicciones que todo lo enturbian.

Era algo angustioso verle caminar entre el escenario y el lateral. La lástima es que los problemas que tiene en el tren inferior se han contagiado a las extremidades superiores. Y la zurda otrora divina se ha quedado para el arrastre justito entre trastes.

Por mucho que al blues se le condene por lo reiterativo de sus estructuras, los fraseos del albino eran excesivamente simples, ligeramente atascados hasta en los blues más pesados, pecando a veces de jugar al contratiempo con demasiada confianza.

Con una voz apagada por naturaleza y el volumen de los instrumentos acompañantes, la cita tuvo un punto de tristeza para los seguidores viendo el estado físico de su adorado. Gentes que se unieron a las numerosas peticiones del baterista para animar al jefe a que saliera a hacer un bis.

Claro que siempre nos quedará la duda. ¿El público se mostró tan efusivo porque quería dar ánimos a la leyenda, por estar emocionado tras haber conseguido ver a su ídolo en directo o porque les había gustado realmente lo allí escuchado? Si hay que elegir, yo me quedaría con alguna de las dos primeras opciones.

Publicado enCríticas de conciertos

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