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Harriet Tubman: Jazz genealógico

Intérpretes: Brandon Ross (guitarra), Melvin Gibbs (bajo), JT Lewis (batería). Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Día: 13/12/2007. Asistencia. Unas 100 personas

En cuestión de inversiones públicas capitalinas, el jazz y las bicicletas son dos mundos aparentemente opuestos que corren por caminos más paralelos de lo que pensábamos.

Ambas cuentan con presupuestos dedicados al tema (bidegorris para velocípedos, programación anual pública y privada» los musiqueros). Las dos contribuyen a la reducción de la polución, sonora en el caso de los amantes del estilo libre. Sobre si la ciudad va a cuatro ruedas o haciendo caballito en las áreas comentadas es harina de otro debate.

Pero no es osado afirmar que si las bicicletas son para el verano, al jazz le pasa algo parecido. Ambos tienen su gran cita en pleno estío (Clásica San Sebastián en uno, Jazzaldia el otro) que acercan a Donostia a miles de voyeurs no practicantes. Pero, qué cosas, llega el crudo invierno y se nos deshinchan las ruedas…

Poquitas personas, unas cien, se acercaron a la cita donostiarra del trío norteamericano Harriet Tubman. Formación que toma algo más que su nombre de la luchadora para la libertad de los afroamericanos nacida en 1820. Presentados como banda que fusiona el jazz y el rock, lo que escuchamos en Gazteszena superaba los registros habituales de esa ambigua etiqueta.

Los temas empezaban con suaves pregrabados de sonidos puestos en modo demoníaco (ya saben, de atrás para adelante) y bellos pasajes que se arrimaban con estilo al blues más negro, el jazz más cálido o al soul religioso. Pero cuando tocaba darle fuerte a los instrumentos, caso de la enérgica ‘There Goes the Neighborhood’, la cosa superaba el termino pedregoso para acercarse muy mucho al funky más impactante, tocando de puntillas el metal de Living Colour.

Era en esas zonas contundentes cuando la unión de batería y bajo dejaba al guitarrista Brandon Ross (y su peculiar instrumento) en mera comparsa de etéreos dibujos plasmados en segundo plano. El desligue sonoro tuvo especial relevancia en la zona media del concierto. Una lástima, porque en las composiciones en las que todos mostraban mayor empaque era cuando se disfrutaba de Harriet Tubman en su mayor amplitud.

Con cierto regusto por el lado progresivo de la música, la banda sonó preciosa en temas como ‘A Piece of The Sun’ y ‘Savannah’, con la dulce voz del guitarrista elaborando una melodía a ratos desértica, a ratos bluesera. Como afirmaban a través del micrófono, «miramos al pasado para construir el futuro», y de su hora larga del concierto donostiarra nos quedaremos con las revisitas actuales, bellas y libres que los músicos afroamericanos realizaron a su pasado.

Publicado enCríticas de conciertos

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