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Donostikluba: Repoker de música

La noche del viernes y la tarde del sábado volvimos encantados a dar con nuestros huesos en el DonostiKluba, el Festival de Música Electrónica y de Club de Donostia. Una sesión doble que tuvo jazz-rock y personajes inolvidables por la noche. Y jugosa ración de actuantes locales la tarde del sábado.

Y si estuviéramos en una mano de poker, habríamos conseguido hacer saltar la banca. Porque es impresionante la cantidad de «J»’s que nos vinieron de mano a la hora de ir detallando nuestro paseo musical.

En el primero de los actos del viernes noche, celebrado en la sala Gazteszena de Donostia, nos encontramos las cuatro primeras jotas de nuestro paseo. Las de Jaume L. Pantaleón, Jens Neumaier, José Roselló y Javier García, los
integrantes de la banda 12Twelve. Una quinta jota, estilística, podría acompañar los nuevos caminos musicales del cuarteto catalán: La «J» del Jazz. Un concepto que estos antiguos amantes de las espirales de sonido, las norias de guitarrazos y las variaciones de potencia que les emparentaba con Mogwai y el post-rock han buscado introducir en sus canciones.

Sus últimas composiciones, que aparecieron este mismo año bajo el nombre de L’univers, manejan formas más jazzeras, sobre todo a la hora de construir bucles de batería y bajo sobre el que posan las guitarras, el teclado y el saxofón. La fórmula es original, caminando entre dos aguas y escorándose con gusto hacia las maneras peliculeras de Lalo Schifrin.

Tras 12twelve, llegó la sorpresa de la noche en forma de «J»: Jake The Rapper, el tío más original que hemos visto sobre un escenario en mucho tiempo. Orondo, barbudo y con un tatuaje que le cruzaba media barriga, esta versión rolliza de Ewan McGregor salió con la sola compañía de un ordenador portátil y un micrófono para dejar boquiabierto al personal.

Las complicaciones vienen a la hora de trasladarles las razones que generaban nuestra sorpresa y alegría, porque Jake The Rapper tenía múltiples personalidades actuantes. A veces rapeaba sobre bases de hip-hop, otras era una especie de Kylie Minogue con pelos en el pectoral, o jugaba a ser un crooner tipo Frank Sinatra despachando su elegancia sobre relajados sonidos. En una canción llegó a hacer dos voces, al estilo de Caperucita y el lobo. Y en cuanto tenía ocasión, Jake abandonaba el escenario para transmitir su buen rollo a pie de público.

Tras el, la noche adapto la «J» de DJ, con las sesiones pinchadas de Frank D’arpino y Bob Bobsen, los dueños del sello discográfico alemán Combination Records. Al primero lo vimos muy dulce y ambiental, mientras el segundo consiguió llenar de sonidos discotequeros la sala Gastzeszena hasta el cierre

Publicado enCríticas de conciertos

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