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Pinbol: Oasis costero

¿Recuerdan aquellos “sobres sorpresa” rellenos de chucherías y juguetes? Corrías a la tienda a por ellos, y ya el hecho de abrirlos era un gozo en sí mismo. Siempre encontrabas, bajo el envoltorio, algo con lo que disfrutar.

La costera villa de Hondarribia es nuestro cajón musical de “sobres sorpresa”. Porque algo similar nos ocurre con las referencias que edita el sello autogestionado local Psilocibyna, casa que publica los discos de sus asociados. Unos trabajos que hasta la sexta referencia, la de estos Pinbol que hoy entrevistamos, siempre han sido tan heterogéneos como gozosos.

La bolsa de hoy, el segundo de los discos del grupo Pinbol tras su debut para Sixwasnine Records, también nos ha pillado a contrapié. Pensábamos que con ese nombre sacado de una canción de Primus los sonidos serían cortantes y con una montaña rusa de voces.

Pero la portada nos pone sobre aviso. No hay ninguna letra escrita. Tan sólo una foto tomada en un vuelo a Budapest que recuerda a las portadas de discos como el “Amplifier” de Jet Lag. Que vais a despistar a los compradores, amigos. Santiago, el batería y nuestro enlace en Pinbol para la entrevista, se defiende. “Creo que en el diseño de los álbumes se abusa de información no necesaria. No creo que la ausencia de texto sea un problema a la hora de vender. ¡Nuestro nombre no vende discos, todavía!”.

Aunque éste CD sí que tiene título: “I Want To Believe”. ¿No era eso lo que decía el protagonista de la serie “Expediente X”? “¡Acertaste! Es un lema sacado de un movimiento que hubo en los Estados Unidos a raíz de la fascinación por los extraterrestres. Querían creer en su existencia. En nuestro caso es más una idea poética que defiende combatir la desilusión”.

En el interior del disco se puede ver el resultado de un vuelo de diez años. Un trayecto pausado, con numerosos cambios en la tripulación que en esta toma de tierra nos ha dejado un exquisito disco de tranquilos aires country-folk, polvoriento y terso. “Al principio buscábamos salirnos de lo establecido. Era una banda más cercana al formato de jazz, pero sin practicar esta música. Con la edad y la influencia de los nuevos componentes el grupo ha ido serenándose hasta lo que ahora es”.

Una formación que en la actualidad ocupan Iñigo “Txin” Leoz (guitarra), Igor Obeso (bajo y voz), Carlos Noain (rodhes, clarinete) y Santiago Noain (batería y coros).

Juntos han construido un trabajo de ritmos lentos y de concepción clásica. Sonidos pulcros y con detalles, muy mimados. Como si a Nick Cave le hubiera dado una insolación, como si Mark Lanegan se recluyera con una banda tipo Codeine. “Puede ser, aunque no nos gusta opinar sobre lo que hacemos, ni justificarnos. Pero no ibas mal”.

Algún periodista modernete hubiera corrido raudo a inventarse la etiqueta de Euskountry y meter a Pinbol en el saco, junto con los irundarras Amodio o los vizcaínos Audience. No les negaremos puntos en común. Son libertinas bandas tan rock como folk, alejadas de lo convencional, con la vista puesta en los EEUU más arriesgados. “Los grupos que nombras nos encantan, pero no creo que tengamos muchos hermanos por la zona en cuestiones musicales”.

Volviendo a los gustos, también nos parece obvio el arranque David Bowie del disco o algún ramalazo pop como en la canción “3”. “Sigues bien encaminado”, nos chiva Santiago, que defiende la velocidad de crucero de su nuevo trabajo. “Las canciones no tienen demasiados sobresaltos: El lab-dap, el sonido del corazón, setenta BPM en reposo. Todo gira un poco en torno a este ritmo”.

Las letras van cantadas en inglés, algo irrelevante en la historia de la banda. “Hemos cantado en castellano, italiano, francés, falso portugués, incluso falso alemán. Nos gusta la sonoridad de los idiomas”.

Unas vocales y consonantes que defienden la libertad de soñar. “Hay una idea muy presente sobre el disfrute, sobre la libertad de poder escapar, de dejar ventanas y caminos abiertos, un sentido algo epicúreo de la vida”.

El disco se ha grabado con los dos elementos más activos de nuestras tierras: el productor Karlos Osinaga y el estudio del gaztetxe de Bonberenea. “A ambos les estamos más que agradecidos. Karlos nos entendió bien, queríamos grabar en directo, todos juntos para sentir el pulso del grupo. Y en Bonberenea hemos pasado unos días increíbles”.

Del aéreo CD se han editado 500 copias que se distribuyen de aquella manera. “Por ahora está en Anti-librería de Bilbo, Bloody Mary de Irun, y en el Hontza y el Etxebe de Hondarribi. Creo que también en el Eguzki de Tolosa”. Y tampoco los podrás ver en concierto allá donde desees. “Nuestro teclista se va a Rótterdam a seguir su carrera de músico y tenemos que recomponernos. No os asustéis, nunca nos han preocupado los cambios”.

Publicado enEntrevistas

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