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Mes: noviembre 2003

Speedball Baby, Lost Sounds: Acción de grácias

Jueves 27 Noviembre
Lugar: Gazteszena
Entrada: Unas 250 personas

El jueves se presentaba rockero en Euskadi. Mientras en la capital de la Comunidad los británicos Spiritualized prometían melodías contundentes y repetitivas con luces estroboscópicas para deleite de sus seguidores, Donostia se vestía con sus mejores galas (a saber, frío, lluvia y viento, los modelos más empleados en nuestra ciudad esta temporada otoño-invierno) para recibir el concierto de dos grupos norteamericanos, Lost Sounds y Speedball Baby.

Los “sonidos perdidos” se encargaron de abrir fuego, con dos partes musicales bastante diferenciadas. Con una formación clásica de trío (guitarra, bajo, batería) y la compañía de una bella moza a los sintetizadores golpeando y berreando con soltura cuando la ocasión lo merecía, los primeros compases fueron muy gratificantes. Sonido garajero, de profundas raíces sesenteras briosas y contundentes, como el que propagó por los cinco continentes el grupo The Cynics.

Llegaban los Lost Sounds de Menphis, Tennessee, la ciudad del rey del rock Elvis Presley. Pero estos tipos poco habrán acudido a la casa dicho monarca para coger influencias. A lo sumo, para realizar sesiones de espiritismo y magia de diferentes colores. Porque en esta segunda fase de su actuación el guitarrista se pasó también a los teclados y los sonidos se oscurecieron cual nube de tormenta de nieve.

Un estilo casi gótico, por momentos épico, del cual no se desperezaron hasta el final de su show por mucho que la chica se asiera la guitarra y ocupara planos centrales. Como le suele suceder al equipo de futbol donostiarra, jugaron una parte bien y la otra menos bien.

Los Speedball Baby llegaban con un nombre fiero (speedball era y es la droga que se llevó por delante a John Belushi y River Phoenix entre otros, una mezcla explosiva de cocaína y heroína) desde la gran ciudad cultural de Nueva York. Siempre fue la gran manzana hervidero de músicas, y sus creaciones más guitarreras sufren una nueva explosión mediática con grupos como los Strokes, Mars Volta o los Yeah, Yeah, Yeahs.

Sería un error meter a los cuatro chicos de Speedball baby en ese saco. El cuarteto bebe de fuentes más clásicas, principalmente sones de los años 50, presentándolas de manera poco común. Al estilo de la Jon Spencer Blues Explosion, salpicando sus canciones de diversidad creativa, de momentos fieros y pausados sin haber acabado el propio tema. Y quizás su sombra fuera demasiado alargada en la noche del jueves en Donostia.

Pero vayamos a lo positivo y auténtico. El cantante Ron Ward, una especie de Al Pacino atacado por el baile de San Vito, se apropió de todo el escenario y de los ojos de los asistentes. Nervioso y enérgico, sus melodías no se ajustaban a las estructuras, volando libre y personalmente por las músicas capitaneadas por el acicalado guitarrista Matt Verta-Ray. El resto de la banda permitía que los continuos cambios de estructuras y estilos se realizaran de manera brillante, con un batería que tan pronto posaba los palos como hacía recorridos contundentes por los diferentes tambores.

HIM: Un rayo de luz

Interesante evento este viernes de la mano del grupo norteamericano HIM. Sonidos de nuevo cuño, a mitad de camino entre el post-rock más endulzado y elaborado y la fusión imposible de las músicas del mundo y el free-jazz. La cita es en el caserío Olarrondo de Usurbil, que presenta con este concierto el comienzo de nuevos aires aperturistas.

El concierto de HIM en esta sala del barrio de Olarrondo lo organiza la novedosa asociación “The Xpression”, la cual piensa montar diferentes circuitos estilísticos por los bares y salas de nuestra provincia. Arranque de relumbrón con el concierto de la banda de Doug Scharin.

Conocemos pocos casos de grupos musicales en los que el batería capitanea los movimientos estilísticos del resto de la formación (exceptuando a Phil “Disney” Collins). Scharin se encargo en su día de la percusión en la seminal banda norteamericana June of 44, cuya sombra cada día es más alargada. “¿Tu crees? Yo la verdad es que camino siempre por el lado soleado de la calle, así que no veo ninguna sombra”, Vale, desplumadas quedan las futuras preguntas sobre hipotéticas reuniones de aquella genial banda de Louisville.

Probaremos suerte con aquella definición musical de post-rock que en Escocia y Canadá se mostraba ruidista y contundente y en la ciudad norteamericana de Chicago tenía aires más vanguardistas. HIM fue considerado, junto con Tortoise y Isotope 217, el triángulo creativo básico de aquellos refrescantes sonidos de los 90. Nada, que a nuestro Doug no le hacen gracia las etiquetas. “El negocio musical pone nombre a las músicas, nosotros sólo somos una unidad abierta que trabaja en la música de manera creativa y expansiva. Los grupos que nombras son terriblemente creativos, con toneladas de talento en sus cerebros”.

Pues como unidad abierta y creativa HIM funciona de maravilla. No hay más que dejarse embaucar por las siete canciones de ese “Many in high places are not well” editado en el 2002, la ultima referencia sonora de esta formación. Grabado con 16 músicos (“A Europa venimos seis de gira, sino sería la bancarrota”), desarrolla de manera brillante su particular amalgama sónica, dividiendo sus momentos en acercamientos sinceros al pop, jazz, blues o funk.

Calando sus canciones de aires tropicales y tribales. Siempre montando y desmontando los andamiajes sonoros, poniéndose nerviosos si las texturas corren peligro de repetirse. El método de trabajo se basa en “la improvisación, hacemos muchas ‘jams’. Llegamos al local con una idea y jugamos con ella en los ensayos. Todo fluye de manera natural”.

Manteniendo en esas elaboradas improvisaciones aires de aquellas tonadas cercanas a Miles Davis, las músicas de HIM se prueban apareciendo y desapareciendo, entrecortando los ritmos continuos, colocando pinceladas de voz suave en un par de temas, inundando de percusión fraseados mínimos de un bajo dub vaporoso, colocando estrofas de otras músicas universales como las de “el Este de Europa y el blues. Y sobre todo la música africana. Todas ellas nos influyen a la hora de construir nuestras estructuras”.

Y después de buscar y crear tantos caminos musicales novedosos, va un grupo en Europa y decide llamarse igual que tu banda. ¿Vaya faena, no, Doug? “Solo te voy a decir que nosotros tenemos los derechos del nombre, pero somos educados y se lo dejamos usar. Incluso si nuestro nombre viene de His Imperial Majesty (denominación rastafari para referirse a Jah) y el de estos metaleros finlandeses proviene de His Infernal Majesty. ¿Muy originales, que no?”.

Emak Bakia: Presente rasgado

En la extensa gira que están realizando por toda la península (con el detalle de que una de esas fechas les lleva… ¡a la gélida Moscú!), el grupo madrileño Emak Bakia recala en Zarauz este domingo para presentarnos las canciones de “Frecuencias de un rojo Devastador” (Acuarela 2003). En palabras de sus miembros, “una alegoría

del presente en clave retro-futurista”. Como teloneros de lujo, la segunda visita este año de los ingleses Tex La Homa y sus emotividades en clave de pop cercano.

Responden a nuestras preguntas Coque Yturriaga y Abel Hernández, integrantes también de Migala que utilizan en este proyecto común una denominación bastante cercano. Porque además de ser el título de una película de Man Ray y el nombre de una casona en Iparralde, Emak Bakia también se llamaba la asociación promovida por Bernardo Atxaga, Ruper Ordorika y Jabier Muguruza entre otros que publicó el fanzine Garziarena, un disco de Ruper y varios libros.

Hasta hace poco contaron con la creatividad de David Fernandez, batería de A Room With a View que les acaba de dejar por nuevas aventuras musicales. ”Buscábamos un cambio en el rumbo de Emak Bakia y como le conocíamos después de haber producido el disco de Aroah, empezamos a hablar con él. En seguida surgió la conexión y poco a poco fue integrándose en el grupo. La pena es que ahora no esté ya con nosotros porque ha decidido dedicarse más a su faceta de DJ de drum’n’bass”.

Pues a él habrá que echarle, al menos en parte, la culpa de la amalgama de texturas digitales, la proximidad sonora de la base rítmica, los diferentes ritmos que navegan entre el pop europeo de bandas como To Rococo Rot y el hip-hop instrumental que fluyen de este nuevo trabajo discográfico. “La verdad es que nos encanta el hip hop y no lo había pensado, pero sí que en “Juguetes en sus manos” hay elementos que se acercan a ese hip-hop instrumental del que hablas

Este proyecto que sus autores denominan “de dormitorio”, con la tranquilidad hogareña que dan samplers y efectos, se aleja del barroquismo de sus primeros discos. “En este disco hay mucho menos cut&paste que en los anteriores. Es un disco más de ensayo… de muchos días ensayando”. Emak Bakia colma sus canciones de futurismos digitales, oscuras tonadas y letras cargadas de ironía que a veces por el uso de lenguajes foráneos no podemos disfrutar a la primera escucha (pásense por www.emakbakia.com para gozarlas con tranquilidad).

Pero siempre fusionando humanidad con máquinas, pasando melodías por los influjos de patrones electrónicos. ”En este disco, de nuevo, el elemento de base es el equilibrio entre el hombre y la máquina, entre la pasión y la razón. Las letras y la historia que se medio-cuenta también inciden en eso. Creo que hay mucho de humano en nuestro disco. Las melodías cantadas, las guitarras, algunos de los ritmos. De todas maneras, las máquinas son elementos inventados por el ser humano, y por tanto, algo de humano tendrán”.

Y no se piensen que las referencias a Japón se quedan en el diseño exterior del digipack elegante, ni en las letras cantadas en idiomas orientales. “La acción de nuestro nuevo disco se da en un mundo que se ha «niponizado», que ha cogido lo más nuevo y fatal de ese país. Japón, sin embargo, y su cultura pueden contener aún hoy ingredientes totalmente necesarios para el buen vivir de la humanidad. Hay que investigar Oriente y no dejarlo sólo en lo que los tontos de la new wave y budistas a lo Richard Gere quieran darnos”

Smith & Mighty: Clase Turista

Entre grises nubes de intermitente y potente descarga acuosa nos acercamos a la cita que la propuesta foral Gaztemaniak! nos había organizado para la noche del jueves en la sala Gazteszena, en el barrio donostiarra de Egia. Los protagonistas de la noche, Smith and Mighty, llegaban con una elegante aureola desde las islas británicas.

Su nombre ha ido creciendo desde los años 90, cuando ellos, Massive Attack, Tricky, Portishead y Roni Size revolucionaban los mundos digitales con las creatividades que la ciudad de Bristol emanaba desde sus suburbios.

En esa misma fase suburbana e iniciática se encuentra nuestro Tüsüri, telonero de los británicos en su cita donostiarra. Este mozo de apenas 16 años no tuvo problemas a la hora de utilizar su laptop ante el numeroso público que se acercó para escuchar sus creaciones.

En esa edad en la que la mayoría de nosotros nos preocupábamos de darle pataditas a un balón o empezar a naufragar en ridículas aventuras amorosas, Oier Iruretagoiena ya comienza a adentrarse en los ritmos digitales con paso firme. Aún está algo imberbe el chaval. Los estilos están sin pulir, con las influencias demasiado presentes y pocos matices de producción. Algo normal cuando estamos ante las primeras chanzas con los programas musicales informáticos.

Pero a uno le entran ínfulas de ojeador futbolista, y se aventura a opinar que en 5 años (si madura con pausa, como los buenos vinos) nuestro Oier tendrá un espacio importante en la música electrónica de nuestro país y alrededores continentales.

Lo que Smith and Mighty presentaron nos empieza a cansar un poco. No por la música que ofrecieron (más que correcta), sino por la formación elegida: Un DJ que ponía canciones y un charlatán que hablabla/rapeaba sobre ellas. Mighty girando vinilos y un tal Kezz con el micro adherido a la mano.

Los combos de Hip-Hop se basan en ese esquema, sí. Pero cuando uno tiene una banda completa con la que suele actuar (mas de un asistente acudió a Gazteszena con esa idea) y se presenta en una ciudad con dos tocadiscos, una sirena algo reiterativa y unos parlamentos sin freno que el público no puede disfrutar en toda su extensión (el ingles no es aún lengua nativa en Euskadi), solo nos viene a la mente una imagen: Tipo con grupo famoso y sin disco reciente echa mano de un colega del barrio y le pregunta “¿Qué, nos pegamos unas vacaciones por Europa en clase económica y tarifa reducida tirando del nombre de mi banda?”.

Musicalmente, el concierto fue un gozo absoluto para los amantes de las melodías negroides en su vertiente más jamaicana: mucho Dub y Reggae, estilos que se adaptan muy bien al esquema grupal presentado dado que dejan cantar encima de los numerosos espacios sin voz que las canciones contienen. Sin olvidar algo de aquella oscuridad y parsimonia que caracterizó el trip-hop.

La cosa se fue animando y cayeron algunas gotas de estilos electrónicos más briosos como el Drum&bass y el 2 Step. Smith & Mighty (o esta versión light) ofreció un recital extenso y completo que movió no pocas caderas y brazos entre el personal asistente, en un hipnótico aerobithon bailarín. Lastima que no pudieran refrescarse todo lo deseado por el tristemente habitual caos organizativo del bar de esta sala donostiarra.