Saltar al contenido

Alboka: Nuevas tradiciones alegres

Noche de animosos sones de raíz euskaldun la del pasado martes en la Plaza de la Trinidad. En un espacio en el que predominará el folklore mundial (salvo alguna que otra excepción más juvenil), el grupo guipuzcoano Alboka se acercaba a la programación de conciertos de la Semana Grande donostiarra dispuesta a demostrar que los aplausos que está consiguiendo aquí y allá su tercer trabajo discográfico titulado “Lorius” se complementa con un directo afectivo y efectivo.

Porque eso es lo que ofrecieron los siete miembros de Alboka desde el arranque, con sus melodías repletas de aires positivos. Por algo su nuevo trabajo discográfico de título vasco se traduce por “felicidad”. Y así lo entendió el público situado en la zona trasera del aforo, que se fue animando a darle la respuesta corporal correspondiente a este tipo de músicas. El baile a lo suelto que lo llaman.

Las sillas plegables presentes en el auditorio natural de la Parte Vieja se ocuparon por los que ya empiezan a echar un ojo a la cadera, aunque también pudimos ver a varios jóvenes practicando el “kursaalismo”. Ya saben, esa nueva tendencia de tragarse sentado actuaciones llenas de energía y vivacidad. Arriba, en la terraza superior de la plaza, gárgolas juveniles en grupos numerosos parecían desentenderse. Los convidados de piedra al evento andaban más enfrascados en que su cuerpo estuviera perfectamente hidratado.

Las canciones de Alboka también beben, pero en este caso lo hacen del cancionero vasco, de sus sones más ancestrales. Una apuesta que tiene su riesgo. Mientras otros indagadores como Kepa Junkera prefieren jugar con la diversidad de fuentes, Alboka se concentra en la historia melódica de los pueblos vasco-navarros, con detalles del otro lado de la muga.

El grupo sale bien del envite, esforzándose en dar un matiz fresco y actual a las tonadas de inspiración tradicional, consiguiendo que el concierto no parezca una exposición de antiguallas sonoras. Joxan Goikoetxea (acordeón), Alan Griffin (alboka, gaita) y Juan Arriola (Violín) demuestran ser buenos brocantes melódicos. Por algo forman el núcleo del grupo, situándose en primera línea del escenario.

El hernaniarra Joxan Goikoetxea, la cara más popular del grupo, pone voz a los espacios entre canciones. En euskera va presentando al resto de músicos, dando detalles sobre la procedencia o el estilo de las armonías que tocan. Cuando se trata de cantar, la formación guipuzcoana delega el peso en Xabi San Sebastián. Demuestra potencia y buenas maneras el chaval en temas como “Lorius”, uno de los pocos momentos relajados de la noche. El donostiarra de apellido se luce en esta ocasión con la única compañía de un suave colchón sonoro pregrabado. Lastima que la afinación de su guitarra parezca andar algo inquieta esta noche.

El albokari irlandés Griffin también saca jugo de su garganta, sobre todo en la parte final de la actuación, atreviéndose hasta con un tema en gaélico. Se echa en falta la aportación de la cantante húngara Marthá Sebestyén, cuya colaboración en las grabaciones del grupo se suele corresponder con su presencia sobre los escenarios.

El resto de la hora y cuarto larga de concierto se presenta exclusivamente instrumental. A los ya nombrados les acompaña una dama al bajo, un percusionista y el encargado de sacar las notas del bouzouki (antiguo instrumento de cuerda). Juntos consiguen inundar este espacio de la Parte Vieja con briosas y trabajadas melodías, demostrando que nuestra región anda sobrada de tradiciones musicales recuperables. Y si se hace con estos aires de renovación y respeto, mejor que mejor.

Publicado enCríticas de conciertos

Sé el primero en comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *