Nueva visita a la Rioja (Alavesa esta vez, por milímetros) y nueva alegría personal e intransferible. En esta ocasión, para participar en el festival pequeño más grande jamás conocido, el Bodegafest.
Felicidad por poner caras a la gente que conozco de internet, por recordar caras ya casi olvidadas, por la impresionante hospitalidad de organizador y vecinos de Lapuebla de Labarca. Cada vez que piso la Rioja (o Alavesa, vamos, que no cambia el mundo en 3 kilómetros, no?) me entran ganas de irme allá de vacaciones muchos días o presentarme a Jefe de la Coral, afinador de Tuba o algo.
Nada más llegar, paseillo vinatero por el pueblo para toparnos con un coro de Zumarraga cantando el Txoria Txori en un bar. Acabó la ronda y a degustar unas deliciosas patatas con todo lo imaginable y mínimamente cardiosaludable que pueden pensar ustedes. Ya se imaginan que estaban de muerte.
Sobre los grupos con los que compartí escenario principal: Espanto demostraron hacer las letras más preciosas, interesantes e irónicas del nuevo siglo. Que no les engañen, ESO es costumbrismo del bueno. Su nuevo disco (se publica en Septiembre de este año) tiene una pinta sobrenatural.
Emilio José fue un divertido sorpresón, musicalmente muy dulce conectando Brasil con Rias Baixas y líricamente – al menos lo que pillaba al vuelo de su gallego- bastante afilado. Sobre mi concierto correremos un tupido velo. 😀
Digamos que, y no les sonará extraño, uno se mete mucho en el papel, degusta los líquidos productos de la tierra y para cuando se da cuenta se pasa 7 minutos hablando entre canciones. Muchas canciones. Muchas. Muchas. Muuuuuchas.
Gracias a todos por no tirarme un jarro de agua fría ni cortarme el cable de micro 😀
