La bicicleta, ese medio trans

Estoy hasta la cachimba del tema de los ciclistas. Seres adorados en los vídeos de Noruega, pedaleando sobre ruedas bajo tempestades. Humanos idolatrados en series televisivas veraniegas y como ejemplo de sostenibilidad laboral (ver el film Quicksilver, con el protagonista de insano nombre kevin BACON)

Chicos y chicas que deben ver la invasión de su carril por parte de los trotadores varios bajo comentarios de “no seas amargado”. Rodadores urbanos  que debe hacer frente a coches de reparto, sillas de niños, 4×4 familiares que «si solo paro un ratito a por los niños», maletas con ruedas empujadas por seres de viaje, o gente simplemente andando por esa zona dedicada a los desplazamientos sobre dos ruedas con alegría y puta “convivencia”.

Una idea que, a tenor de las notas de prensa, no hace sino subir y subir – bien- en kilometraje dedicado y distancia coloreada, en Donostia. Ciudad que ya ha hecho una apuesta clara por no herir la sensibilidad de su nicho – con perdón.- de mercado: sus octogenarios habitantes y los turistas. Consumidores de parkings, trenes, pintxos, aceras y…ruedas? Dos ruedas? Me gusta más el verdejo, ande va a parar.

No parece de mente muy preclara mandar a los ciclistas a la carretera en el Paseo de La Concha “para hacer respetar la obligatoriedad de ir a 30 kms por hora”. Una idea cojonuda, cierto, si adiestras niños bomba con el ISIS o eres un gestor de campo de concentración y Mengele te quiere cuidar el parvulario un rato.

Poner petates humanos sobre ruedas para que unas cosas con potencia, chapa y velocidad frene contigo, como cuando aparcas y apenas hay sitio. El funcionamiento de esta idea los fines de semana por carreteras secundarias da buena cuenta de su efectividad.

Cierto que hay zonas conflictivas en la ciudad, que se arreglan y arreglarán con tiempo, educación -nadie fue niño e hizo carreras en bici por sus calles, claro-, igualdad – también se puede avisar a los peatones de las invasiones de carril rojo, ¿no?-.

Mas, puestos a llevar a cabo una iniciativa rompedora y de seguro funcionamiento, propongo que sean los peatones quienes vayan por el pavimento. O los coches por la acera. Seguro que se cumplía lo de las zonas 30 y de paso nos daba un “Tiritas para la conviverncia» o «La Milla del Betadine» o algo así megacultural quetecagas