«El futuro de la ciudad lo está decidiendo el Presidente de la Comunidad de turno que ese año pasaba por ahí»


Hoy lavamos nuestra fachada y entrevistamos al arquitecto Ekain Jimenez. Vocal de cultura de la Delegación en Álava Colegio Oficial de Arquitectos Vasconavarro y comunicador que va de capital en capital (“nací en Donostia, fui a Pamplona a estudiar arquitectura, ahora estoy en Vitoria-Gasteiz y luego a dormir. Supongo que me jubilaré en Bilbo”) buscando pequeñas grandes obras capitales.

Acudimos a él para preguntarle las inquietudes ciudadanas, esas que viajan de lo pequeño y cercano (nuestras fachadas y sus renovaciones energéticas) a lo grande y cercano (Los nuevos edificios previstos en Donostia. Spoiler: la cosa va regular)

La verdad es que la arquitectura en redes sociales está disfrutando de un éxito exponencial.

Está ocurriendo en todos los ámbitos. Se debe, no nos engañemos, a una precariedad laboral que nos deja tiempo para dedicarlo a la divulgación (o al cotilleo). Para bien y para mal: hay muchos y grandes divulgadores, y muchos y grandísimos opinólogos.

¿A qué te has dedicado últimamente entre tweet y tweet?

He terminado una pequeña galería de arte, estoy terminando una vivienda y he estrenado mi oficina, cosa que me ha hecho realmente feliz. Entretanto reformo pisos y hago informes que es algo que relaja y que se paga bien.

¿Es el SATE y la fachada ventilada el ketchup de la comida, el vinagre de módena de las ensaladas?

El SATE es ese compañero de piso insoportable con el que nos ha tocado convivir a los arquitectos. Es un abrigo que se le pone al edificio para que no pasemos frío y paguemos menos calefacción. En el contexto de la emergencia climática es una solución necesaria.

No quiero SATE ni Ventilada, pero..¿Hay acaso otra solución si debo renovar mi fachada?

Como intervención en la envolvente, no. Un SATE es, por definición, un Sistema de Aislamiento Térmico Exterior.

En comunidades que no tienen intención de acometer una reforma energética la intervención ha de ser a título particular, trasdosando por dentro e incorporando aislamiento.

En mis reformas es requisito imprescindible incorporar 15 cm de aislamiento y sustituir las ventanas por otras de alto estándar si es económica y técnicamente viable. El cliente se da cuenta de que no va a necesitar poner la calefacción con lo que el retorno de esa inversión es sorprendentemente rápido (incluso sin considerar la subvención), teniendo en cuenta que aislar es barato y que la pérdida de superficie, salvo casos particulares, es muy asumible.

¿Por qué esa explosión de fachadas de este tipo?

Cada vez somos más conscientes de la importancia de una vivienda bien aislada que mitigue el consumo energético y que nos ahorre pasta en la factura. Esto, respaldado por una avalancha de ayudas y sus correspondientes plazos, ha precipitado este tipo de actuaciones que han ido apareciendo sin orden ni control.

A esto se le añade una cuestión de atribuciones profesionales: aunque la ley (LOE) dice que para esas obras hace falta arquitecto, muchos ayuntamientos, por ejemplo el de Gasteiz, están permitiendo tramitar estas obras como licencia de obra menor. Esto significa que cualquier persona puede presentar el proyecto y elegir los colores y la formalización de la nueva fachada.

La primera consecuencia es esa explosión de fachadas de colores, cada uno de su padre y de su madre, que va a tener serias implicaciones en la imagen de la ciudad. Y esto es un problema que llevamos tiempo advirtiendo.

“Y no vale que desde la Admón. se diga que no pueden hacer nada. Por que no es cierto.”, dices en un tuit ¿Qué pueden hacer entonces?

Nos tenemos que anticipar de forma urgente. La Administración Local puede enfrentarse al problema a través de las siguientes actuaciones:

  • La fundamental, estas obras han de realizarse con intervención de arquitecto. El arquitecto no siempre pero suele trabajar con responsabilidad a la hora de intervenir en el patrimonio construido. Además, obras realizadas sin arquitecto no se ajustan a derecho y si luego hay problemas no hay seguro que se responsabilice de una obra ejecutada sin arquitecto.
  • Campañas de divulgación para que las comunidades tomen conciencia del problema.
  • Adecuación de la ordenanza. Muchas ordenanzas prohíben colores estridentes. Con los SATEs hay que incidir en ello. Pero iría más lejos:

a) Que diferentes portales de una misma unidad edificatoria deberían acordar un mismo color.

b) Edificios idénticos en un determinado entorno deberían acordar una solución similar.

c) En ámbitos con un parque edificado homogéneo se deberían realizar estudios cromáticos. Esto es oportuno en barrios obreros que por sus condicionantes urbanos están necesitados de un entorno cuyo resultado futuro se haga con visión global.

  • Incentivos fiscales para las comunidades que aporten soluciones con un alto estándar de calidad. Hay que tener en cuenta que un edificio es una propiedad privada pero a su vez es un elemento que hace ciudad. De ahí la importancia de estar atentos a lo que se nos viene encima.

Y el presidente de la comunidad tiene su relevancia…

Está sucediendo que el futuro de la ciudad lo está decidiendo el Presidente de la Comunidad de turno que ese año pasaba por ahí y que hace así con el dedo en la carta de colores de la empresa constructora que va a hacer la obra.

El primero de la calle hace un SATE rojo, luego viene el siguiente y piensa que el azul es mejor y el del siguiente, presidido por un soldador jubilado y la otra administrativa de una asesoría fiscal, piensan que mejor el suyo en verde. Y de repente comenzamos a ver la que se nos viene encima: una ciudad llena de colorinchis.

Hay muchos barrios con notables valores ambientales que tienen una buena oportunidad de mejora urbana si esto se hace coordinadamente. De lo contrario se viene el desastre.

El catedrático Miguel A. Alonso del Val sacó un iluminado texto de opinión , con Donostia como ejemplo negativo (“si el único objetivo es forrar los edificios con un alicatado para meterles bien de aislante y que consuman poca energía…. en 10 años vamos a estar en una ciudad que no vamos a conocer”)

Le preocupa, como a muchos de nosotros, cualquier intervención en nuestras ciudades que no vaya acompañada de una reflexión previa. Una reflexión crítica con lo que hay y con lo que se hace, apelando siempre a la cautela, a ir despacio. Mostrando un gran respeto por la ciudad heredada, sea esta de clase alta o sea un barrio obrero.

No somos conscientes pero formamos parte de la tradición futura. Esto es lo importante. Esto quiere decir que no tenemos ningún derecho a que cada propuesta que hagamos sea un fuego de artificio.

Seguimos subiendo la escalera, y tras el Presidente de la Comunidad llega el administrador.

Puede ser un buen mediador si se le traslada convenientemente este problema. Lo mismo que los Colegios Oficiales de Arquitectos, que tienen la oportunidad de prestar su ayuda a los ciudadanos y a los Ayuntamientos para las tareas necesarias y sensibilizando a sus arquitectos públicos para que actúen con mucha responsabilidad en estos casos.

La solución debe ser social, comunitaria, de ciudad.

Exacto. La solución es política. Que la Administración no actúe es una (mala) solución política. Que la sociedad no se haga responsable de este hecho, no exija cierto control, es una actitud política. La consabida expresión de que “es mi casa y en mi casa hago lo que quiero” tiene un valor muy relativo.

La casa es un bien privativo y a su vez un elemento con presencia en la ciudad. Es un bien individual y comunitario. Es mi casa pero no puedo tirar el pilar del salón. Es mi casa pero no puedo pintar mi terraza de verde. Lo mismo pasa con el edificio. Lo podemos comprobar con los cierres de las terrazas en todas nuestras ciudades y la afección negativa que ha provocado en el paisaje urbano.

En Gipuzkoa se habla de intrusismo, de empresas que al calor de las ayudas y sin experiencia presentan ofertas y luego acaban sus trabajos de manera deficiente. ¿Cómo descubrir a los tramposos?

Siempre aconsejamos contratar primero un arquitecto para que redacte el proyecto (memoria, planos y presupuesto con toda la definición de las partidas y sus mediciones).

Este es el único documento válido con el que pedir precio a diferentes empresas para tener garantías de que no va a haber trampas ni sorpresas. Porque quien defiende los intereses de la comunidad es el arquitecto. La empresa lo que hace es poner precio a las partidas de ese proyecto. Diré más: una empresa constructora seria agradece y quiere que haya un proyecto previamente redactado.

Nos reímos de libros como “España Fea” y ponemos cara de espanto. Pero cerramos el libro y adiós problema.

‘España fea’ analiza el problema de su supuesto feísmo poniendo el foco en casos particulares y en los personajes que en ese momento ostentan un cargo de responsabilidad sea este político, empresarial o del tipo que sea.

En realidad España, si es fea lo es porque todos como sociedad hemos querido que sea así. Todos somos corresponsables de una cierta mediocridad allá donde ésta hace acto de presencia. Somos mucho de alarmarnos pero ‘cerramos el libro inmediatamente’. Porque en realidad lo que al individuo le preocupa no son los problemas de la sociedad, son los problemas de la sociedad que a él, como individuo,le afectan.

¿Cómo ves Donostia en este sentido de fachadas?

No quiero que nadie se ofenda pero Donostia está gobernada, gestionada, circunvalada y circuncidada por una especie de kaxerismo con un muy bajo estándar de calidad en los planteamientos configuradores de la ciudad del futuro.

El último concurso del BBC lo demuestra: ha sido una convocatoria orientada a buscar una solución espectacular pero irrelevante en términos de arquitectura.

  • Espectacular porque lo que se pretendía era el respaldo de una firma mediáticamente eficiente mediante la inclusión en la ciudad de un icono.
  • E irrelevante porque como elemento arquitectónico tiene escaso valor: es un edificio que no aporta. Un tapón visual para la Avenida que dejará de ver la ladera de Ulia en su aproximación al mar, una cubierta elevada cuando a lo que aspira el ser humano es a andar en el suelo, que para eso son las ciudades.
  • Es un edificio que ignora voluntariamente todas las consideraciones de eficiencia (energética, pero también de economía de medios, de hacer mucho con poco).
  • Y un edificio egoísta que solo da placer a los que han organizado esta fiesta y a sus propios autores pero que desatiende al ciudadano.