Integrarse en el entorno

Donostia ha anunciado la creación de un nuevo microondas universitario. Una iniciativa público-privada que no se priva de ingredientes de kilómetro cero (26 de sus 28 millones de coste salen de nuestros bolsillos) cuyo diseño ha suscitado la polémica esperada.

El proyecto, eso sí, ya nos ha comenzado a dar momentos hilarantes (¿Qué habría pasado si llega a toparse con un ciclista?¿Habría montado un velódromo?), abandera, como no podía ser de otra forma, que “se integra en el entorno”, ese dogma de fe que nos vale para cuando tiramos 9000 toneladas de cemento en una ladera de Igeldo o un meteorito cae en mitad de la ciudad.

Dado que el proyecto aún está en fase embrionaria, con un montón de árboles en el dibujo y más zonas verdes que Central Park que el tiempo eliminará, daremos algunas pistas a los arquitectos que vendrán a la ciudad a plantarlo.

  • las referencias de construcción adquiridas del camino de Santiago, las notorias esculturas de Eduardo Chillida en Donostia o las formaciones rocosas del Flysh, que se pueden ver reflejadas en los materiales y geometrías que conforman edificio”. Gilipolleces. Las vigas del edificio deben ser de madera de cáñamo. Obligatorio. La zona de porros liados del Muro, ese kilómetro lanzado de pared con vistas al mar, debe estar representado en este bloque tocho.
  • Entendiendo “Camino de Santiago” como el paso del Lurraldebus trayendo a los gallegos de Trintxerpe, claro. Que por la avenida las únicas sandalias que pasan son las que van al arenal.
  • Dado que el interior Google Style será un espacio de entretenimiento infantil cualquiera de los 300 días de lluvia en la ciudad se propone que lo acolchen todo. Nivel frenopático de película. O huracán en almacén de Flex. Con la cantidad de esquinas y escaleras verticales que hay no van a ganar para seguros.
  • Enfocado al turismo, esa fiesta infubulista (ínfulas + funambulismo social + turista) nos pide unas barras horizontales de balcón de piso turístico para colgar los trajes de surf y toallas a secar.
  • Y un huequito sin barandilla. Hay que emparentarse con la Fuente de la Navarrería, hombre. Y los hoteles de Mallorca, siempre con esas barandas flojas para los ingleses.
  • Y qué decir de las trolleys, que van a sonar cual Zanpantzar en ese empedrado tan cuqui. Carril trolley ya, o el turismo se irá a otras ciudades donde todo vaya rodado.
  • La ondulada modulación del techo, retrato de las olas de Zurriola, es indigno para poner una terraza de bar. Mejor hacerlo plano, como La Concha un día de verano o el nivel de riesgo de un donostiarra.
  • Partida de subvenciones a fondo perdido en persianas para los vecinos de esa calle. Viendo la experiencia del Muro de San Bartolomé (donde la magnífica vista de Donostia incluye disfrutar de vecinos en calzones y casas sin recoger amén de sexo en primera línea), la ciudad debe hacer esto o “colocarse en el mapa mundial de ciudades que apoyan el voyeurismo, el dogging y el cancaneo
  • Donde si vamos a entrar es en la familia que contiene a Las Vegas, pudiendo aprovechar la tejavana para hacer espectaculares saltos de motos. Nada de hacerlo sobre coches o autobuses. Minucias. Ahora lo haremos al vacío, o abriendo el cercano colegio, perdón, nuevo hotel para que entre por el Hall. Tendiendo puentes público-privados.
  • A todo esto, ¿Qué harán con el ahora Basque Culinary existente en Miramón? Porque claro, que ya había un centro de este tipo de la ciudad con la misma función y finalidad. Propongo dedicarlo al turismo rollo Chernobyl, y dejar que la cercana vegetación se lo coma todo, los millones, las paredes y los pasillos. O montar allí un Ayuntamiento, para que haya dos. Eso sí que sería la hostia, único y distintivo.
  • También puede extenderse a otras ideas, pudiendo crear un Peine Del Viento en Artikutza, unas olas artificiales justo ahí a 23 metros de la playa de olas, un estadio de Anoeta en Polloe y una incineradora en La Concha. Javier Bardém enseñó el camino («quiero dos rolex de oro porque tengo dos huevos»). Y qué mejor que unos huevos escalfados a baja temperatura sobre cama de hidrógeno líquido cuantizado con puré de lágrima. ¿ Y por menos de 30 kilos? ¡Ponme dos!