La peor noticia para un espectador inquieto

Genial análisis de Casciari sobre lo que vemos y porqué. Un extracto.

A Sergio Barrejón (guionista de televisión y nominado a un Oscar por el guión del corto Éramos pocos) no le dejaron escribir ‘paralítica’ en una serie española. La palabra correcta era discapacitada. “Yo intentaba explicarles que si un personaje malvado quiere insultar a una mujer en silla de ruedas, lo normal es que la llame ‘paralítica de mierda’, pero no parecían entenderlo”. En otra serie no le permitieron hacer chistes sobre el cáncer, por si hería sensibilidades. “No pareció importarles —dice Barrejón— que yo mismo tuviese un familiar con esa enfermedad”.

Aseguran las malas lenguas que la ficción televisiva española debe luchar, todas las semanas, contra un monstruo de tres cabezas: la corrección política, el multitarget (que en cristiano significa que hay que entretener al niño, al padre y a la abuela con la misma historia) y finalmente la escasa calidad de los intérpretes. “Al final siempre vemos a los mismos actores y es imposible creerse el papel —asegura Susana Alosete, crítica de televisión—, y si a esto sumamos los muchos intrusos que se contratan, así nos va… Casos como el de Blanca Romero o Vicky Martín Berrocal pululando por las pantallas son de infarto, y lo de Anita Obregón para pegarse un tiro, pero la gente lo ve por el morbo y luego salen las cuentas”.

Que a las cadenas le salgan las cuentas es, sin duda, la peor noticia para un espectador que busca vientos de cambio. O, para decirlo más claro: que Escenas de matrimonio haya alcanzado cumbres de audiencia el año pasado no augura un batallón de nuevos riesgos creativos para 2008. Sin embargo, los expertos sospechan que el milagro está a punto de ocurrir.

1 comentario en «La peor noticia para un espectador inquieto»

  1. Déjame adivinar, el tal Barrejón no ha currado en Etb1, si así fuera todo lo demás le parecería un chute de morfina. En el caso del ente vasco el monstruo tiene un lauburo (cuatro cabezas) pues hay que añadirle la censura de la correctora del euskaltzaindia. Yo puedo contar cosas que no creerías…

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