Y se acabó la magia

[Nota: los párrafos finales incluyen parte de la hermosura incomparable que fue el encuentro. No los lean si van a asistir a otros actos de la gira expositora de la obra de la que hoy hablamos]

El 31 de octubre, justo siete meses después de la partida de Rafael Berrio como bien apuntó Iturri, se presentó en el Patio de Tabakalera “Absolución” una recopilación o selección de letras que el autor seleccionó con la ayuda de Jonás Trueba a modo de compendio de su vida más lírica.

Una gran foto con parte de ese libreto de ideas, borradores, rimas y fogonazos nos recibió en la pantalla gigante de la sala, mientras amigos, conocidos y fans de Berrio nos sentábamos en aguantatraseros individuales para disfrutar de un acto que recopilaría casi todas las vertientes del autor donostiarra.


La noche arrancó con formas de presentación del libro, que es lo que era. Ricardo Aldarondo pinceló las virtudes creativas del autor de “Simulacro”, y apuntó el humor – educación y cercanía añadiría yo- que Berrio tenía siempre en sus encuentros sociales en tabernas, tugurios, conciertos, avenidas y callejuelas. Jonás Trueba ofreció algunos detalles del volumen, destacando partes que no destacaremos por respeto a futuras presentaciones. Gema, la compañera de vida de Berrio, quiso acentuar algunos fragmentos curiosos de un día concreto en los que se tornó como un elegantísimo momento que tuvo momentos de sonrisa emotiva.

Mas al gran letrista se le rindió un homenaje leyendo sus literaturas. Poetas, profesores, colegas de cantina, actrices y músicos leyeron algunos pasajes de “Absolución”, y la gente aplaudió a los presentes y al gran ausente.

Después la letra se hizo forma, y distintos intérpretes ejecutaron temas de estrecha cercanía con Rafael. Amateur ofreció un regalo que les hizo el autor (aquí en formato live, con el antiguo amo de “Lento” como featuring) Mursego y Karlos Osinaga regurgitaron “Niño Futuro” y Diego Vasallo emocionó con su “No solo de Amor” de Deriva.

[-spoiler emocional-]

Y todo iba fetén, lejos del funeral civil que algunos intuían para este encuentro, con momentos de respeto y aplauso, de calma y gozo, de homenaje cercano sin ser exclusivamente doloso, cuando el “catenaccio” que habíamos montado se vino abajo.

En pantalla apareció Rafael en el estudio, al son de “El truco era un resorte” remarcando y apuntando, dejándose llevar para, al finalizar el momento, volver a tomar notas en su libreta como tremendo currela que era. Berrio se hizo presente, quien sabe si por última vez, en una imagen nueva, habitual y cotidiana, distinguida y natural. Y como no podía ser de otra forma, en una toma extra del vídeo de “Simulacro”, Berrio se despidió bailando un vals en solitario en una plaza mientras la imagen corría borrosa y desenfocada.

Su último Vals, en libro y en EP, pinzó la emoción y nos volvió a recordar la suerte que ha sido conocer y ser coetáneo de este autor único.