Edward Hooper en el Thyssen: Qué bonita imperfección

Hay una frase que me persigue. Y no corro lo suficiente como para huir de ella. Viene a decir algo así. “Hooper retrataba esos momentos cuya importancia estriba en estar entre dos situaciones relevantes. Haciéndolos importantes por haberlos pintado”. Y de qué manera, añadiría.

Los cuadros del teatro –obviemos el último de su vida, al que volveremos más adelante- representan ese momento que tanto adoro. Son como las fotos (nunca mejor dicho) que sacas dándole al tuntún al botón y que, en ocasiones, te atrapan. Escenas tan mundanas, casi erróneas, y precisamente deliciosas. Por el color. Por hacer grande un momento fugaz y mínimo. Por poner el foco en lo que a los demás nos parece un espacio entre recuerdos.

Deliciosa también la serie de portadas iniciales para The Morse Dial, cuando las habichuelas de su cocina venían por vía estilográfica. O los estupendos grabados realizados sobre cuartilla, cuando una de sus características más relevantes, los tonos, brillaban por su ausencia. Claro que los cuadros se llevan la palma. Y las palmas.

Y eso que la retrospectiva, extraño, no recoge sus obras más famosas. Nada de “Guardianes de la Noche”, “Domingo”, “Rooms by the sea” o la desasosegante “Película de Nueva York”, por ejemplo. Pero claro, es como que te falte un gol de Messi en la videoteca. Ahí está “Ground Swell”, o la increíble oda a la soledad (recurrente) de “Hotel Room”. Es precisamente esa serie de cuadros hoteleros, con la luz iluminando en todos los sentidos a los perdedores en ellos retratados, la que más me gusta. Una pena que mira más allá buscando la esperanza.

Para el final de una muestra recomendable -escribiría miles y miles de letras, para plasmar las miles y miles de sensaciones que tuve-, el cierre más elegante: Two Comedians. La imagen que ilustra este post. Una historia tan bonita que no quiero desvelarla aquí.

PD: La audioguía, regular. A veces se pasan de entretenimiento. A veces con la explicación -y tampoco había mucha concreción en este sentido- nos vale. A veces no tiene sentido meter música para aderezar y limitar nuestra percepción. Para eso ya tengo, con todos los respetos, los programas contenedor de La2. A veces.

PD: Un día los museos pondrán la gift shop nada más salir del hotel en el que te alojas. 😀

2 comentarios en «Edward Hooper en el Thyssen: Qué bonita imperfección»

  1. En la audioguía también lo hacen. Pero es tan bonita que no quise desvelarla

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