Wilco: The Lonely One

El burro por delante, para que no se espante: Wilco son la mejor banda de rock del mundo mundial. No sé si en la actualidad, o en los últimos 10 años, o en un espacio entre 2005 y el 2030. Y entendiendo rock en el sentido más académico de término (¿oximorón?), ese que bebe Beatles, bebe Young, bebe Dylan, bebe Americana y no bebe Bebe.

Todo en Wilco es perfecto. O casi, salvo el estajanovista y poco creible trabajo parlanchín de Tweedy entre temas. Macho, que resultas tan creible como Rajoy anunciando que no habrá privatizaciones. Pero bueno, una minducia. Como los errores. En el Kursaal donostiarra solo vi uno, y fue de luces. Con eso les digo todo.

Me gustan Wilco, porque son la perfección. Y me gusta la búsqueda de la perfección. Pero no encontrarla y verla. Lo recogen algunos diarios nacionales en sus críticas (Manrique o Cuellar en El Pais). Ellos, los plumillas, son los soplanucas. Los usuarios de twitter a lo Justin Bieber, los muerdealmohadas. Yo me quedo en la mitad, typical me. Porque yo si vi – mini- lastres.

El primero personal: No se puede ir tras dormir 4 horas y cascarte un viaje de casi 600 kilómetros. Tal y como suponía, el concierto me gusta más hoy que ayer, con el cuerpo ya recuperado y con el six pack (muscular, no cervecero) presente de nuevo en mis abdominales. Afortunadamente, no iba con la idea de “ver el concierto del siglo”, concepto que suele acarrear un chasco posterior.

El segundo, también del firmante: A todo el mundo Wilco aturulla, sorprende, alucina, impresiona, anodada….la primera vez. La segunda, como siempre, pierde ese factor. Si a eso le añadimos que en esta mi segunda cita el brinco entre temas fuera casi disparatado…

La sucesión tuvo mucho baile no deseado, sobre todo en la primera mitad. Hasta 6 cambios, ninguno acelerado, respecto a la cita madrileña. No me gustó NADA que empezaran con la canción que abrieron, mucho más irresistible en disco que en vivo y, probablemente, más adecuada en la situación en la que se encuentra en el último vinilo cuadruple de los de Chicago.

Las canciones nuevas y animosas me gustaron mucho. Por poner un pero, me hubiera gustado más presencia de teclados donde tocaba estirar el chicle. Las lentas, pues tan psa como en el disco, aunque mejoraron la idea inicial. Bueno, miento, la inicial era que no estuvieran en el papelito pegado al lado del micro. Aunque, siendo lo más novedoso en los estantes, se entiende que capitaneara la noche.

La segunda mitad resultó mejor, por fondo y forma. Canciones que nos encantan y que ya tienen meses y años como para acompañarnos en cualquier viaje. «Art of Almost» fue lo mejor de la noche.  Impossible Germany merece por si sola la entrada, cueste lo que cueste. Y el DELICIOSO final con The Lonely One fue inmejorable. ¡Qué canción más bonita!

No eché de menos ninguna, aluciné con muchas de las reentres imposibles tras las zonas de ruido alocado, con las armonías que permitían construir descensos y progresiones imposibles, con la belleza de las melodías y el trabajo perfecto del sector menos epatante del grupo (el batería, el guitarra y Tweedy son sencillamente, inalcanzables). Y aún así, tengo la casi completa seguridad de que no volveré a verles, ni en el Auditorio, ni pagando esos precios.

Los discos, sí, siempre. girando sin parar. Como ahora.

[La foto es del FANtero del Público]

4 comentarios en «Wilco: The Lonely One»

  1. Yo no pensaba verlos, pero los cabrones sacaron disco y caí. Estoy de acuerdo contigo, con Manrique y con Cuellar. Y con Risto.

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