La senectud es la nueva juventud

“Si esto sigue así, Aerosmith será la salvación del indie”, apunté anoche en una libreta que no tenía hojas con un boli que no tenía tinta. Acababa de ver a dos carcas pegarle un repaso a la sociedad. Y los de veinte, supongo, estarían fumando porros y jugando al Guitar Hero en su local. Todo bien, colegas.

El primer lucero se apareció en el Bukos, decorado para la ocasión como un “burdel nazi”, con preciosas banderolas del tercer Reich que sustituían la esvástica por un lauburu (¡toma ya!). El Teniente Bluxberri volvía a los escenarios con los potentes Hotel como banda de apoyo.

Todo exceso, todo proclama, todo despertador de mentes, todo agitador, el teniente sonó más rockero (sonaba ya a Neil Young antes de que atacara la versión de “Keep on Rocking”) de lo que esperábamos de su pasado punkarra. El hombre opaco fue una fiesta. Bailó y berreó tonos graves durante más de una hora, adoptando un papel que debería, por edad, interpretar un chavalito de 20 tacos. Claro que ellos consiguen los de “Fisica y Quimica”. Y así nos va. Por cierto, hoy es la segunda y última cita conocida con el militar, en idéntico lugar y hora.

Después, carrerita a Gazteszena para ver a otro joven valor de la cantera. Con apenas 71 añitos de nada, André Williams ya despunta en los mentideros. Quizás por esa voz IMPRESIONANTE. O la banda de apoyo, sacada de algún elegante tugurio billy de Nueva York. Se cascó otra horita de pura energía rockera, el tío este de Buenavista Social Puticlub, con la donostiarra Super Almu como sobria y bailarina vertical espontanea dándole color a un temita.

Y de vuelta a casa, los Stones infalibres…