Homeless Festival 1: Menudo circo

[Foto: El Humilde Fotero del Pánico]

La primera edición del Homeless Festival mantuvo todo su interés en el continente, fallando algo en el contenido.

Nada podía fallar en lo externo: Día perfecto, subir en el funicular con los últimos rayos del sol – y descubrir a la derecha una casa de quitar el hipo, bien escondidita en el monte y nueva, bastante nueva- llegar al parque de atracciones del monte igeldo y hacer algo de tiempo hasta que empezaran los conciertos. El único pero, ya comentado por los medios de comunicación, fueron los problemas del bebercio, que seguro se resuelven para la próxima cita, a celebrarse en otro bien curioso emplazamiento.

Accedimos al recinto y nos acercamos al escenario, situado entre el TioVivo y el Cosmicar. Allá que se plantaron los War On Drugs, quienes, quien sabe si influídos por el caracter ocioso del recinto, lanzaron camisetas y CDs  con bastante asiduidad. También regalaron muchas melodías dylanianas hasta la némesis. La cosa fue bastante chula hasta que llegaron ese par de canciones de 15 minutos que se hicieron ETERNAS. Al igual que pensamos en el 2009, con su visita al jazzaldia, sus discos molan más.

Luego volvió -¿relamente se ha ido alguna vez?- Micah P Hinson a Donostia. Sin disco nuevo en la calle, la última de las peripecias de su management es la de interpretar el disco de otro grupo. En este caso le tocó al Trompe Le Monde, de The Pixies, con la banda aragonesa Tachenko de acompañamiento.

Nunca fui fan de esos conciertos en los que se toca un disco. Y poco iba a sumar si ese álbum es tocado por otro grupo. Máxime cunado los Pixies nunca fueron santo de mi devoción. Así que diremos que Tachenko lo bordaron cuando el cable de la guitarrra no dio problemas. Micah llegó con la voz quemada a mechero, y entre eso, los setencientos cigarros que se fumó durante el concierto y un micro que era como un minimegáfono, pues poca leche se puede extraer de una reinterpretación bastante fiel al original.

Todo mejoró cuando tocaron temas alejados del homenaje. Así que cerramos con buen sabor de boca y bajamos en el bus montado por la organización- chapeau por la idea-. Nos vemos en la siguiente cita, sin duda.