Gruff, amo y señor de nuestra vida pop

«Escribe aquí tu leyenda». La mía es Gruff Rhys

we wanna be free, we wanna be free to do what we wanna do
And we wanna get loaded and we wanna have a good time
And that’s what we’re gonna do (away baby, let’s go)
We’re gonna have a good time, we’re gonna have a party

Así sampleaba Primal Scream en “Loaded” la frase de “Wild Angels” como arranque, como pistoletazo, como salida disparada. Y eso mismo, y no la intro de Yes, debía haber sonado en el concierto del Dabadaba de Gruff Rhys. Porque eso era lo que íbamos a ver, disfrutar, sentir, emocionar y sonreír.

Vale que la fiesta no era Dimelow ni acababa a las seis am. Pero para los oldies allí presentes – no hay mayor pena que no ver gente joven en conciertos epifánicos como este, para que se empape y siga la rueda creativa que en nuestro caso anda atrancada ya- flipamos con la clase magistral de pop que este galés nos ofreció.

Es sencillo quedarse en los detalles visuales. Sonreír con los carteles que va sacando. Ver que su gitarra, como apuntaba Ignacio, estaba del revés, a la zurda y con las agudas arriba. Ay, que tío loco, es super original. Que cuqui el jersey de gato. Un disco sobre una montaña de Japón. Qué rico el sushi

Los cojones. Lo que es es un genio, y eso es la chaqueta chillona.

Porque pocos conciertos hemos visto con tanta maestría ejecutando los estilos. Abandonado a una guitarra española que si se rompe no va a llorar nadie por ella. Con unos compinches que podrían ser todos los chóferes de la furgo. Y a la vez, todos juntos, la eclosión. El pop mayúsculo que enamoró a los clásicos. And we wanna have a good time.

Malparido como autor sicodélico – no es digno de ningún Psych Fest, le echarían por blandengue-, en el Daba hubo soul de muchos quilates, baladas de amor absoluto, finales de estrofa de tren bala que acaban en cerezas de postre cantor, capas de Keytar – el mejor instrumento del mundo-, felicidad escondida en frases en galés… Venga, la siguiente es que lo intentéis con el euskera, aunque ya voy avanzando que como Rhys no hay nadie aunque muchos viajen cerca.

Si Divine Comedy vive en el mundo del meñíque levantado y las tazas de té, DON Gruff es el genio escondido, el colega tranquilo, el brillo en la mezcla, la voz doblada que remarca, el piano del pop de los 60 y la bonanza de los BMX Bandits, la acidez de los Love – tan bonica, tan suave, tan vital-, el cohete de Ty Segall, las piezas que siempre quisimos de Belle And Sebastian antes de que se adormilaran

Fueron 90 minutos del partido del año. Y de ahí no me bajo.