El amor siempre vuelve.

Siento especial cariño por la gente disfuncional que le canta al amor. Es como si ellos hubieran llegado a la verdad por caminos secretos, pasajes ciegos para el resto de los masticados humanos. Escuchar a Jad Fair o Daniel Johnston expresarse informales y desgarrados, despreocupados a la hora de entonar, con guitarras que se doblan o pianos a los que le falla el Re, es dejarse enamorar por estos involuntarios mesías de la pureza. Porque algo tan descacharrado y sincero solo puede ser cierto.

Calvin Johnson, el hombre que se compró 5 pares de alpargatas en la tienda de la parte vieja donostiarra, el cincuentón que en estos precisos momentos está dejándose los pulgares – y algo más- en los pasillos menos aireados de Beltza Records, bien podría entrar en esa categorización.

El autor de Olimpia (no imagino nombre más apropiado para su arte) canta sin más amplificación que la de sus cajas de música (guitarra y pulmón). No parece afinar ninguna de ellas con antelación. Hay que esperar varios segundos para saber si sus canciones han finalizado. Temas que van y vienen, en ocasiones sobre notas sueltas de guitarra, con las dos posibilidades tonales que nuestro cantor de ultratumba maneja.

A veces aparca ese pedazo de madera que le regalaron con 3 phoskitos, esa máquina de matar monotonías, para solo modular su voz. Bailando como si Liza Minelli – o un alumno de primero de la ESO- representara El Lago de los Cisnes. Calvin es pura expresión corporal. Como cuando nos cuenta con palabras silenciadas lo que hacen las parejas de jóvenes cuando se citan. Lo suyo es Beat. Y Happening. Aunque de la dichosa banda no suene ninguna melodía en la gira que le acercó a Donostia.

Ante esta descripción solo hay dos respuestas: O lo abrazas, o te piras. Yo me quedé quieto parado. Porque sé que el amor siempre vuelve.

La emoción debe servir también para llenar los bolsillos. Qué interiorizado tienen ese concepto los norteamericanos. Una ventaja, sobre todo para expresarlo con sutilidad. No es casual que haya temas que Calvin ha registrado con hasta 3 formaciones distintas. Y ya verán cómo los dos discos colocados a su espalda no están ahí puestos por casualidad. Aprovechando cualquier resquicio para darle caña a sus cosas. Sabe que su stand es casi más relevante que su presencia. Con joyas de K Records y casetes de temáticas dignas de camisetas hipster